Capitulo 3:
Faltaba solamente una semana para ir con los directores de Dialnet a presentar los avances en el caso de C.C. Había estado tratando de averiguar algo pero C.C se resistía.
-Vamos C.C, dentro de ti tienes que saber que lo que estás viviendo es una fantasía, no hay forma de que vengas de otro planeta. Si fuera así podrías recordar como llegaste aquí. Ni siquiera sé si haya vida en otros planetas. Mucho menos en Quaoar.
-No entiendo por qué quieres que cambie, es la forma en la que soy Lelouch. Si no me quieres me puedo ir, -suspiré frustrado.
-Te he dicho incontables veces que no quiero que te vayas. El problema es que cuando los directores del hospital quieran ver si ya eres de este planeta y vean que no, entonces sí que no me volverás a ver, -me miró con los ojos muy abiertos. Su labio inferior tembló.
-¿Si finjo ser de aquí me dejarán quedarme? –dijo con voz quebradiza.
-Esa no es una forma de repararlo. Si pasamos a la siguiente fase querrán ver cómo te desarrollas en el entorno social. Y esa es otra cosa que no podemos hacer porque sigues mezclando idiomas.
-No es mi culpa, -dijo con voz histérica. –Trato de hacer lo que puedo Lelouch, en serio. Ce n'est pas ma faute (no es mi culpa).
-¿Lo ves? Ahí está de nuevo. Sí C.C, sí es tu culpa. No puedes andar hablando francés en un lugar donde hablan español.
-No puedo evitarlo, las palabras salen de mi boca, solas. Leluoch, no dejes que me lleven. Tú me has tratado bien y también la petite lutin (la pequeña duende)…
-Euphe, se llama Euphe. Si quieres decirlo di la pequeña duende pero no lo digas en francés.
-También Euphe. Si me llevas habrá más personas como Clovis, -se estremeció involuntariamente.
-Entonces tenemos que mejorar. Si no dejas de mezclar los idiomas ni dejas de pensar que vienes de otro planeta entonces te llevarán con otro doctor.
-Pero es así Lelouch, vengo que otro planeta y mi forma de hablar es diferente. ¿Quieres que sea como todos? Puedo fingir serlo si eso me hace quedarme contigo.
-¿Harás lo que sea con tal de quedarte? –ella asintió. –Muy bien, iremos a ver a otro doctor, es diferente. Él ve a través de tu cabeza y saca recuerdos. ¿Te gustaría intentarlo?
-Si es necesario para quedarme lo haré.
Al día siguiente fuimos a buscar al Dr. Schneizel Nomad. Esperamos por un rato antes de pasar. Me saludó con un apretón de manos y vi que veía a C.C como si la evaluara.
-Muy bien, Dr. Lamperouge, Cornelia habla muy bien de ti. ¿En qué puedo ayudarte?
-Bueno, Ella es mi paciente y ella necesita buscar recuerdos de la niñez y algo que le ayude a comprender que es de aquí.
-Eso es fácil. Veamos, -se giró hacia C.C. – cariño, ¿puedes sentarte en ese sofá de allá?
Era uno alargado como el de mi oficina. C.C me miró y le sonreí para asegurarle que todo estaba bien. Fue a sentarse. Schneizel tomó el teléfono y dijo algo rápido a la recepcionista. No entendí lo que dijo. Minutos después, mientras Schneizel se preparaba, llegaron dos hombres con uniforme azul. Ambos eran enormes. Miré a Schneizel y él me sonrió o al menos lo intentó.
-Son solo como precaución, -dijo apuntando a los dos hombres con la cabeza. Fruncí el ceño pero no dije nada. –Empecemos, -se acercó a C.C y se sentó frente a ella en una silla. Schneizel me indicó que me quedara en una esquina, donde también había una silla. Me senté y observé.
Comenzó a hablarle en forma suave, había que admitir que cuando quería podía sonar amable. Después de unos momentos C.C estaba en un estado entre la conciencia y el sueño.
-Muy bien, C.C, necesito que me digas qué ves.
-Veo un pasillo, con muchas puertas, -dijo con voz extraña.
-Muy bien, ¿puedes entrar en una de las habitaciones para mí cariño? –C.C frunció el ceño. -Ahora dime lo que está dentro de la habitación, -noté que C.C dejó de fruncir el ceño y ahora parecía sorprendida. Sus cejas estaban levantadas.
-Soy yo, tengo 5 años, -sonrió y vi una lágrima asomar su ojo. –Ahí está mi mamá. Está preparando algo en la cocina. Está bailando y cantando mientras yo solo la observo desde la mesa, estoy esperando por la comida. Me la sirve y no está rica, le digo a mi mamá y ella se ríe. ‘Tendré que darte galletas de nuevo’ dice sonriendo. Me da galletas con chocolate y leche. Cuando termino suena la puerta de la entrada. Mi mamá se ve asustada. ‘Sube a tu habitación’ me dice con voz preocupada. Hay alguien, un hombre que está gritando a mi mamá. Yo me asusto y me escondo en la alacena. El hombre comienza a golpear a mi mamá, -por debajo de sus párpados podía ver el movimiento de sus ojos. Estaba llorando. –La deja inconsciente y yo grito, -se tapó la boca con las manos y negó con la cabeza. –Me encontró comienzo a gritar y él me golpea, -dejó de hablar y comenzó a alterarse, haciendo los mismos ademanes que hace cuando tiene pesadillas. Comenzó a gritar y me puse de pie pero Schneizel me frenó.
-Espera, -se giró hacia Ella. –C.C, quiero que vuelvas a mí, despierta –C.C dejó de moverse y cayó en el sofá. Aun tenía un gesto de inconformidad en su rostro. Quería abrazarla para calmar su dolor. Nunca dijo la palabra papá. Tendría que estudiar a profundidad la historia de Marianne y Charles Ashford. C.C abrió los ojos y comenzó a ver alrededor. Yo seguía de pie. Comenzó a sollozar y no pude soportarlo. Fui con ella y la abracé. Se veía más delicada y vulnerable que antes. Su cuerpo se estremecía con cada sollozo y yo solo podía presionarla contra mi pecho. Después de un momento ella se quedó dormida.
-Eso fue interesante, -dijo. Schneizel Lo miré y estaba sonriendo de forma macabra.
-Creo que esto terminó, ya nos vamos, -tomé a C.Cen brazos y la llevé al auto. Fui hasta la casa y la recosté en su cama. Ella de inmediato se puso en posición fetal. La tapé y me fui. Fui a mi estudio y comencé a unir piezas. En su historial decía que sus padres habían estado juntos hasta que Jade, que era su verdadero nombre cumplió tres años, su padre murió en una persecución. Su madre volvió a casarse un año después. Un hombre llamado Charles. Su madre murió cuando C.C tenía 10 pero no dice como. Nunca se supo nada más de Charles, no lo investigaron dado que nunca tuvo ningún derecho sobre la niña.
Entonces había sido su padrastro. Él abusaba de ella y de su madre. O la golpeaba. Enterré la cara en mis manos. C.C había pasado por tanto. Pero aun así no fue eso lo que la traumó. Tuvo que ser el perder a su madre. No la culpaba por querer escapar de este mundo. Le había tocado vivir puras malas experiencias. Y no solo en su hogar, también después. Siete años de hospital en hospital con gente abusando de ella, aprovechándose de su condición. No me sorprende que su mente construya ese tipo de barreras. La mente humana es tan compleja.
Escuché ruidos en la cocina y me levanté. Fui hacia allá y C.C estaba parada con su bata y el cabello húmedo. Había estado tan centrado en mis pensamientos que no escuché la ducha.
-C.C, ¿Qué haces? –estaba cortando verduras. No respondió. Me acerqué y ella continuó picando. Hizo un movimiento y se cortó el dedo. Comenzó a salir mucha sangre. No era muy grande la herida pero aun así sangraba mucho. No hizo nada, solo se quedó observando la herida. Tomé su mano y la lavé rápidamente. –No te muevas, voy por el botiquín, -corrí y tomé el botiquín del baño. Cuando volví ella seguía ahí sin hacer nada, su herida siguió sangrando. La limpié y presioné un poco para que dejara de sangrar. Le puse un bandita. –C.C, háblame.
-No quería recordar, -dijo en un susurro.
-¿Cómo?
-¡Yo no quería recordar! –comenzó a llorar y a golpear mi pecho. -¡Fue tu culpa! Yo no quería volver a ver eso. Ahora está en mi cabeza, una y otra y otra vez. ¡Cada vez que cierro los ojos! –dejé que se desahogara y cuando se calmó la abracé. –Yo no quería… -dijo sollozando.
-Ya C.C, lo siento. Es necesario, de esa forma podrás sanar. Si logras recuperarte yo me encargaré de mostrarte lo bueno de este mundo, nunca nadie volverá a lastimarte. Estarás conmigo y con Euphe, todos te queremos en esta familia C.C. Serás parte de mi familia, -estaba acariciando su cabello. Ella se fue calmando poco a poco. Levantó la cabeza y me miró. Limpié sus lágrimas con mis pulgares.
-¿Tú me quieres? –asentí y sonreí un poco. Volvió a enterrar su rostro en mi pecho. –Yo también te quiero, -mi corazón se saltó un latido al oírla pronunciar esas palabras. Ella de verdad me quería.
Los días pasaron y C.C y yo nos hicimos un poco más unidos. Aunque ella seguía mezclando el francés de vez en cuando. Al menos ahora decía que era de la Tierra. El día de la audiencia llegó, estaba muy nervioso. Había estado preparando mi discurso y todos los puntos del caso muy bien durante toda la semana. Cuando entré a la sala había tres hombres, según supe se llamaban Jeremiah, Urabe y Marco. Los tres vestían trajes caros y elegantes. El del centro me miró y sonrió.
-Lelouch, vaya, vaya. ¿Qué te trae por aquí? ¿Cómo está tu padre? –fruncí el ceño y el rió. –Disculpa mi mala educación, seguro que no me recuerdas. Cuando te conocí llevabas pañales. Soy Jeremiah Di Salvo, amigo de tu padre. Dime como se encuentra?.
-No lo sé señor, en lo que a mí concierne, dejé de tener padre hace cuatro años, -dije entre dientes y con la mandíbula tensa.
-Vaya, no tenía idea. Bueno, me comunicaré con él después. Ahora háblame de tu caso, tienes una paciente muy interesante ¿no lo crees? –asentí. –Muy bien, ¿Qué me traes?
-Jade Ashford, conocida como C.C tiene 19 años, de los cuales 7 se ha pasado con un problema psicológico. Afirmaba venir de otro planeta y mezclaba los idiomas, el español y el francés. Dos años antes estuvo en estado catatónico y la encontraron a los 10 años en la calle. Por medio de sus huellas descubrieron quien era, buscaron a la madre pero estaba muerta, al igual que el papá. El padrastro de Jade, Charles Dwyer, se fue y no supieron nada más de él. La primera semana que C.C estuvo conmigo descubrí que en el hospital Dialnet había un enfermero que abusaba de ella. Por las noches ella tiene pesadillas en las que hace ademanes de quitarse algo o a alguien de encima. Dice cosas como ‘No’, ‘No de nuevo, por favor’ y la última vez pronunció la palabra ‘Mamá’. Esos acontecimientos me llevaron a suponer que sufrió de maltrato o abuso por parte del padrastro. Un doctor que es amigo mío me recomendó que la llevara con un psicólogo encargado de regresar a los recuerdos perdidos. Jade fue a una consulta y pudimos comprobar que en efecto había sido abusada o golpeada. Los recuerdos que el doctor. Schneizel Nomad trajo de vuelta hicieron que Jade se diera cuenta de donde viene realmente. El problema es que sigue estado traumatizada por lo que vivió. Necesitará de muchas terapias y consultas con un psicólogo. Aun falta que mejore un poco en cuanto a su habla, ya que continúa mezclando los idiomas, -me sentí aliviado después de haber terminado un discurso tan grande.
-Bien, bien. Hiciste todo eso en solamente dos meses. Eso es increíble, eres un psicólogo excelente. Desde pequeño sabías como meterte en la mente de las personas.
-Gracias Sr. Di Salvo.
-Llámame Jeremiah. Ahora discutiré eso con mis hermanos y podré decirte cuál es el paso siguiente. Mi secretaria te dirá cuando volver a entrar, -asentí y salí de la sala. Ahí estaba C.C sentada esperándome. Me vio y sonrió nerviosamente. Le contesté para que supiera que todo estaba bien. Esperamos por media hora antes de que me dejaran pasar de nuevo. –Hemos llegado a una conclusión. Dado que la forma más rápida de obtener resultados fue por medio del Dr. Nomad, recomendamos que se haga una segunda cita. Deberán buscar el momento exacto en el que Jade comenzó su trauma. Debió presenciar algo o debieron hacerle algo muy malo. Solo esperamos que tengas mucha suerte Lelouch.
-Sr. Jeremiah, si me permite, -asintió y continué. –Fue una experiencia mala para Jade. El recordar todo eso hizo que su mente derrumbara las paredes construidas durante años en solo segundos. No me parece que sea lo más adecuado.
-Por suerte Dr. no eres tú quien da las órdenes, -dijo Urabe. Me quedé callado y asentí.
-Solo será una sesión más Lelouch, tu amiguita estará bien. Esperamos verte dentro de dos meses más con nuevos avances y con un poco de suerte Jade quedará completamente curada, -no creo que eso sea posible, pensé para mí. Una persona no puede sufrir tanto y no quedar traumada.
Salí de las oficinas de Dialnet echando pestes. No quería que C.C volviera a pasar por eso. Llegué a casa aun molesto. Olía a comida. Fui hasta la comida y C.C estaba parada junto a la mesa, la mesa tenía un mantel, dos platos de algo que se veía apetitoso, vino, dos copas. Todo se veía increíble y C.C también. Traía puesto un lindo vestido blanco azulino que le llegaba a las rodillas, no tenía tirantes, dejando ver sus hombros. Su sonrisa, sí su sonrisa era radiante. Se veía orgullosa de sí misma.
-C.C, ¿Qué es todo esto? –dije caminando despacio.
-Una comida, tú, yo y el vino. Por la audiencia, -retorció las manos nerviosamente. –He estado teniendo recuerdos repentinos, vienen y se van. La mayoría son buenos, -levantó la mirada y sonrió. Tenía lágrimas en los ojos. –La mayoría de mi madre. Al parecer yo cocinaba porque mi madre era pésima en eso, -bajó la mirada de nuevo y vi una lágrima caer. –Este era su platillo favorito. Euphe me ayudó a comprar las cosas. Espero que te guste, -me acerqué y la abracé.
-Es hermoso todo esto, no tenías por qué hacerlo. Siento mucho que estés sufriendo recuerdos repentinos, no creí que las sesiones con Schneizel pudieran hacer eso. Creí que era solo en la sesión.
-No importa, es mejor. Así respondo las dudas que tengo, -enterró su cara en mi cuello y aspiró. –Hueles tan bien, -susurró.
-Gracias.
La cena estuvo deliciosa después de eso fuimos a ver televisión un rato.
-¿Cómo te fue en la audiencia? –preguntó cuando íbamos a dormir.
-Si he de ser sincero, me fue mal. Quieren que te lleve de nuevo con Schneizel, -dije sin mirarla.
-¿T-tengo que ir? –dijo con voz temblorosa.
-Traté de hablar con los doctores, pero no me escucharon. Temo que me quiten tu caso si no obedezco.
-Está bien, solo dime cuando será para prepararme, -la miré y asentí.
-Lo siento mucho C.C, de verdad no quería que esto pasara así.
-Es parte de tu trabajo Lelouch, no es tu culpa. Tú solo me estás ayudando a sanar, -me abrazó y me dio un beso en la mejilla. –Que descanses Lelouch.
Esa noche, por primera vez desde que había venido a esta casa, C.C no tuvo pesadillas. Estuve pendiente de ella, ver si tal vez empeoraba. Pero no, no tuvo pesadillas. Eso era una buena señal. Solo quería que se mejorara para poder cumplir mi promesa y mostrarle que en el mundo hay algo más que maltrato y odio. Demostrarle lo mucho que la quería y la deseaba.
La siguiente semana volvimos al consultorio de Schneizel. Hizo de nuevo eso de dejarla en estado inconsciente y comenzó a hablarle. C.C ‘abrió una puerta de su mente’ y relató lo que veía.
-Es muy parecida a la última, pero ahora tengo 10 años y estoy cocinando. Me madre me ayuda a poner los platos. Alguien llega y mi mamá suspira. Ella no lo sabe, ella no sabe que por las noches Charles va a mi habitación, -la voz de C.C se quebró. –Charles empieza a gritar y mi madre me dice que suba. Pero en esta ocasión no la obedezco, no quiero que la golpeé a ella. Me creo fuerte. Charles le da una bofetada, -un sollozo ahogado salió de su garganta. –Me lanzo contra él y mi mamá grita. Me dice que me vaya que la deje. Él dice cosas como ‘pequeña zorrita’ o ‘perra’. Comienza a golpearme, una y otra vez. Mi labio está sangrando. Mi madre intenta defenderme pero él es más fuerte. La avienta y sigue conmigo. Me arranca… -se quedó callada y se estremeció. Quería abrazarla más que nada. –me arranca la ropa. Y sigue golpeándome, estoy casi inconsciente, empiezo a ver manchas y se empieza a volver negro todo a mi alrededor. Mi madre se levanta y ataca a Charles, trata de defenderme. Quiero decirle que me deje morir, que la quiero. Pero no puedo hablar. Mis ojos se sientes pesados. Logro mantenerme despierta. Charles toma un cuchillo y… -se tapó la boca con sus manos y negó con la cabeza. -¡Basta! –gritó moviéndose a los lados, retorciéndose. -¡Quiero salir de aquí! ¡NO! ¡Mamá!
-Basta, -dije poniéndome de pie. Schneizel me detuvo.
-Jade ,dime lo que viste, -su voz era un tono entre suave y demandante.
-No…puedo…él… ¡Él la mató! –comenzó a gritar como si tuviera mucho dolor. Los mismos guardias de la sesión pasada se acercaron y la tomaron por los brazos y las piernas. Ella se retorcía. La tomaban con mucha fuerza, podía ver que habría hematomas en su piel.
-¡Es suficiente! ¡Despiértela! Está sufriendo, -le dije Él me ignoró.
-Jade, dime lo que ves!!. Es necesario, -ella no dejó de moverse y ellos la tomaban con más fuerza.
-¡No, no quiero verlo! ¡Mi mamá! –comenzó a llorar y a retorcerse con más fuerza.
-¡Basta, ya! –dije yendo a su lado. -¡Suéltenla, la lastiman! –los miré y los guardias la soltaron. La tomé en mis brazos y ella seguía gritando. –C.C, querida. Ya, C.C. Todo está bien. Él no está aquí, nadie te volverá a lastimar, -dije en su oído. Sus jadeos sonaban como si se estuviera esforzando mucho. Su corazón estaba muy acelerado. Acaricié su cabello y ella me reconoció. Tomó mi camisa con fuerza en sus manos. Su respiración fue bajando, pero aun salía en jadeos. –C.C, amor. Vuelve a mí, -dije sobre su cabello.
-No lo hará, -dijo Schneizel. –Jade, dime lo que viste y qué pasó después, - Schneizel me miraba como si fuera su premio gordo, pero no entendí por qué.
-Él la mató y salió corriendo. Yo también salí corriendo, me perdí, no sabía dónde estaba. Alguien me recogió y me metió en un auto, después todo se vuelve negro.
-Eso es Jade, muy bien. Ahora cariño, vuelve a mí, -dijo Schneizel con voz dulce. C.C se relajó sobre mí, pero no despertó. La abracé y besé su frente. –Esto es muy interesante. No tengo que recordarle Dr. Lamperouge que las relaciones doctor-paciente están prohibidas.
-No tenemos ninguna relación anormal, ella es mi paciente, yo su doctor. Eso es todo.
-No me parece que sea así, -dijo sonriendo de forma maligna. –Si me permite decirlo, la dirección del Dialnet no aprobará su relación. Si lo descubren podrían transferirlo. Tomaré el caso si eso sucede.
-Como dije, no tengo ninguna relación con ella, -me puse de pie y me fui. Llegamos a la casa y esta vez no dudé en recostarme a su lado. La atraje hacia mí y me dormí con ella.
La última pieza del rompecabezas ya estaba ahí. Charles había matado a Marianne frente a C.C. Eso haría que cualquier persona se traume. La abracé con más fuerza y enterré mi rostro en su cabello.
-Nadie volverá a lastimarte C.C, te quiero.