viernes, 10 de julio de 2009

Una chica de otro mundo >>Resonancia<<


Capitulo 3:

Faltaba solamente una semana para ir con los directores de Dialnet a presentar los avances en el caso de C.C. Había estado tratando de averiguar algo pero C.C se resistía.

-Vamos C.C, dentro de ti tienes que saber que lo que estás viviendo es una fantasía, no hay forma de que vengas de otro planeta. Si fuera así podrías recordar como llegaste aquí. Ni siquiera sé si haya vida en otros planetas. Mucho menos en Quaoar.

-No entiendo por qué quieres que cambie, es la forma en la que soy Lelouch. Si no me quieres me puedo ir, -suspiré frustrado.

-Te he dicho incontables veces que no quiero que te vayas. El problema es que cuando los directores del hospital quieran ver si ya eres de este planeta y vean que no, entonces sí que no me volverás a ver, -me miró con los ojos muy abiertos. Su labio inferior tembló.

-¿Si finjo ser de aquí me dejarán quedarme? –dijo con voz quebradiza.

-Esa no es una forma de repararlo. Si pasamos a la siguiente fase querrán ver cómo te desarrollas en el entorno social. Y esa es otra cosa que no podemos hacer porque sigues mezclando idiomas.

-No es mi culpa, -dijo con voz histérica. –Trato de hacer lo que puedo Lelouch, en serio. Ce n'est pas ma faute (no es mi culpa).

-¿Lo ves? Ahí está de nuevo. Sí C.C, sí es tu culpa. No puedes andar hablando francés en un lugar donde hablan español.

-No puedo evitarlo, las palabras salen de mi boca, solas. Leluoch, no dejes que me lleven. Tú me has tratado bien y también la petite lutin (la pequeña duende)…

-Euphe, se llama Euphe. Si quieres decirlo di la pequeña duende pero no lo digas en francés.

-También Euphe. Si me llevas habrá más personas como Clovis, -se estremeció involuntariamente.

-Entonces tenemos que mejorar. Si no dejas de mezclar los idiomas ni dejas de pensar que vienes de otro planeta entonces te llevarán con otro doctor.

-Pero es así Lelouch, vengo que otro planeta y mi forma de hablar es diferente. ¿Quieres que sea como todos? Puedo fingir serlo si eso me hace quedarme contigo.

-¿Harás lo que sea con tal de quedarte? –ella asintió. –Muy bien, iremos a ver a otro doctor, es diferente. Él ve a través de tu cabeza y saca recuerdos. ¿Te gustaría intentarlo?

-Si es necesario para quedarme lo haré.

Al día siguiente fuimos a buscar al Dr. Schneizel Nomad. Esperamos por un rato antes de pasar. Me saludó con un apretón de manos y vi que veía a C.C como si la evaluara.

-Muy bien, Dr. Lamperouge, Cornelia habla muy bien de ti. ¿En qué puedo ayudarte?

-Bueno, Ella es mi paciente y ella necesita buscar recuerdos de la niñez y algo que le ayude a comprender que es de aquí.

-Eso es fácil. Veamos, -se giró hacia C.C. – cariño, ¿puedes sentarte en ese sofá de allá?

Era uno alargado como el de mi oficina. C.C me miró y le sonreí para asegurarle que todo estaba bien. Fue a sentarse. Schneizel tomó el teléfono y dijo algo rápido a la recepcionista. No entendí lo que dijo. Minutos después, mientras Schneizel se preparaba, llegaron dos hombres con uniforme azul. Ambos eran enormes. Miré a Schneizel y él me sonrió o al menos lo intentó.

-Son solo como precaución, -dijo apuntando a los dos hombres con la cabeza. Fruncí el ceño pero no dije nada. –Empecemos, -se acercó a C.C y se sentó frente a ella en una silla. Schneizel me indicó que me quedara en una esquina, donde también había una silla. Me senté y observé.

Comenzó a hablarle en forma suave, había que admitir que cuando quería podía sonar amable. Después de unos momentos C.C estaba en un estado entre la conciencia y el sueño.

-Muy bien, C.C, necesito que me digas qué ves.

-Veo un pasillo, con muchas puertas, -dijo con voz extraña.

-Muy bien, ¿puedes entrar en una de las habitaciones para mí cariño? –C.C frunció el ceño. -Ahora dime lo que está dentro de la habitación, -noté que C.C dejó de fruncir el ceño y ahora parecía sorprendida. Sus cejas estaban levantadas.

-Soy yo, tengo 5 años, -sonrió y vi una lágrima asomar su ojo. –Ahí está mi mamá. Está preparando algo en la cocina. Está bailando y cantando mientras yo solo la observo desde la mesa, estoy esperando por la comida. Me la sirve y no está rica, le digo a mi mamá y ella se ríe. ‘Tendré que darte galletas de nuevo’ dice sonriendo. Me da galletas con chocolate y leche. Cuando termino suena la puerta de la entrada. Mi mamá se ve asustada. ‘Sube a tu habitación’ me dice con voz preocupada. Hay alguien, un hombre que está gritando a mi mamá. Yo me asusto y me escondo en la alacena. El hombre comienza a golpear a mi mamá, -por debajo de sus párpados podía ver el movimiento de sus ojos. Estaba llorando. –La deja inconsciente y yo grito, -se tapó la boca con las manos y negó con la cabeza. –Me encontró comienzo a gritar y él me golpea, -dejó de hablar y comenzó a alterarse, haciendo los mismos ademanes que hace cuando tiene pesadillas. Comenzó a gritar y me puse de pie pero Schneizel me frenó.

-Espera, -se giró hacia Ella. –C.C, quiero que vuelvas a mí, despierta –C.C dejó de moverse y cayó en el sofá. Aun tenía un gesto de inconformidad en su rostro. Quería abrazarla para calmar su dolor. Nunca dijo la palabra papá. Tendría que estudiar a profundidad la historia de Marianne y Charles Ashford. C.C abrió los ojos y comenzó a ver alrededor. Yo seguía de pie. Comenzó a sollozar y no pude soportarlo. Fui con ella y la abracé. Se veía más delicada y vulnerable que antes. Su cuerpo se estremecía con cada sollozo y yo solo podía presionarla contra mi pecho. Después de un momento ella se quedó dormida.

-Eso fue interesante, -dijo. Schneizel Lo miré y estaba sonriendo de forma macabra.

-Creo que esto terminó, ya nos vamos, -tomé a C.Cen brazos y la llevé al auto. Fui hasta la casa y la recosté en su cama. Ella de inmediato se puso en posición fetal. La tapé y me fui. Fui a mi estudio y comencé a unir piezas. En su historial decía que sus padres habían estado juntos hasta que Jade, que era su verdadero nombre cumplió tres años, su padre murió en una persecución. Su madre volvió a casarse un año después. Un hombre llamado Charles. Su madre murió cuando C.C tenía 10 pero no dice como. Nunca se supo nada más de Charles, no lo investigaron dado que nunca tuvo ningún derecho sobre la niña.

Entonces había sido su padrastro. Él abusaba de ella y de su madre. O la golpeaba. Enterré la cara en mis manos. C.C había pasado por tanto. Pero aun así no fue eso lo que la traumó. Tuvo que ser el perder a su madre. No la culpaba por querer escapar de este mundo. Le había tocado vivir puras malas experiencias. Y no solo en su hogar, también después. Siete años de hospital en hospital con gente abusando de ella, aprovechándose de su condición. No me sorprende que su mente construya ese tipo de barreras. La mente humana es tan compleja.

Escuché ruidos en la cocina y me levanté. Fui hacia allá y C.C estaba parada con su bata y el cabello húmedo. Había estado tan centrado en mis pensamientos que no escuché la ducha.

-C.C, ¿Qué haces? –estaba cortando verduras. No respondió. Me acerqué y ella continuó picando. Hizo un movimiento y se cortó el dedo. Comenzó a salir mucha sangre. No era muy grande la herida pero aun así sangraba mucho. No hizo nada, solo se quedó observando la herida. Tomé su mano y la lavé rápidamente. –No te muevas, voy por el botiquín, -corrí y tomé el botiquín del baño. Cuando volví ella seguía ahí sin hacer nada, su herida siguió sangrando. La limpié y presioné un poco para que dejara de sangrar. Le puse un bandita. –C.C, háblame.

-No quería recordar, -dijo en un susurro.

-¿Cómo?

-¡Yo no quería recordar! –comenzó a llorar y a golpear mi pecho. -¡Fue tu culpa! Yo no quería volver a ver eso. Ahora está en mi cabeza, una y otra y otra vez. ¡Cada vez que cierro los ojos! –dejé que se desahogara y cuando se calmó la abracé. –Yo no quería… -dijo sollozando.

-Ya C.C, lo siento. Es necesario, de esa forma podrás sanar. Si logras recuperarte yo me encargaré de mostrarte lo bueno de este mundo, nunca nadie volverá a lastimarte. Estarás conmigo y con Euphe, todos te queremos en esta familia C.C. Serás parte de mi familia, -estaba acariciando su cabello. Ella se fue calmando poco a poco. Levantó la cabeza y me miró. Limpié sus lágrimas con mis pulgares.

-¿Tú me quieres? –asentí y sonreí un poco. Volvió a enterrar su rostro en mi pecho. –Yo también te quiero, -mi corazón se saltó un latido al oírla pronunciar esas palabras. Ella de verdad me quería.

Los días pasaron y C.C y yo nos hicimos un poco más unidos. Aunque ella seguía mezclando el francés de vez en cuando. Al menos ahora decía que era de la Tierra. El día de la audiencia llegó, estaba muy nervioso. Había estado preparando mi discurso y todos los puntos del caso muy bien durante toda la semana. Cuando entré a la sala había tres hombres, según supe se llamaban Jeremiah, Urabe y Marco. Los tres vestían trajes caros y elegantes. El del centro me miró y sonrió.

-Lelouch, vaya, vaya. ¿Qué te trae por aquí? ¿Cómo está tu padre? –fruncí el ceño y el rió. –Disculpa mi mala educación, seguro que no me recuerdas. Cuando te conocí llevabas pañales. Soy Jeremiah Di Salvo, amigo de tu padre. Dime como se encuentra?.

-No lo sé señor, en lo que a mí concierne, dejé de tener padre hace cuatro años, -dije entre dientes y con la mandíbula tensa.

-Vaya, no tenía idea. Bueno, me comunicaré con él después. Ahora háblame de tu caso, tienes una paciente muy interesante ¿no lo crees? –asentí. –Muy bien, ¿Qué me traes?

-Jade Ashford, conocida como C.C tiene 19 años, de los cuales 7 se ha pasado con un problema psicológico. Afirmaba venir de otro planeta y mezclaba los idiomas, el español y el francés. Dos años antes estuvo en estado catatónico y la encontraron a los 10 años en la calle. Por medio de sus huellas descubrieron quien era, buscaron a la madre pero estaba muerta, al igual que el papá. El padrastro de Jade, Charles Dwyer, se fue y no supieron nada más de él. La primera semana que C.C estuvo conmigo descubrí que en el hospital Dialnet había un enfermero que abusaba de ella. Por las noches ella tiene pesadillas en las que hace ademanes de quitarse algo o a alguien de encima. Dice cosas como ‘No’, ‘No de nuevo, por favor’ y la última vez pronunció la palabra ‘Mamá’. Esos acontecimientos me llevaron a suponer que sufrió de maltrato o abuso por parte del padrastro. Un doctor que es amigo mío me recomendó que la llevara con un psicólogo encargado de regresar a los recuerdos perdidos. Jade fue a una consulta y pudimos comprobar que en efecto había sido abusada o golpeada. Los recuerdos que el doctor. Schneizel Nomad trajo de vuelta hicieron que Jade se diera cuenta de donde viene realmente. El problema es que sigue estado traumatizada por lo que vivió. Necesitará de muchas terapias y consultas con un psicólogo. Aun falta que mejore un poco en cuanto a su habla, ya que continúa mezclando los idiomas, -me sentí aliviado después de haber terminado un discurso tan grande.

-Bien, bien. Hiciste todo eso en solamente dos meses. Eso es increíble, eres un psicólogo excelente. Desde pequeño sabías como meterte en la mente de las personas.

-Gracias Sr. Di Salvo.

-Llámame Jeremiah. Ahora discutiré eso con mis hermanos y podré decirte cuál es el paso siguiente. Mi secretaria te dirá cuando volver a entrar, -asentí y salí de la sala. Ahí estaba C.C sentada esperándome. Me vio y sonrió nerviosamente. Le contesté para que supiera que todo estaba bien. Esperamos por media hora antes de que me dejaran pasar de nuevo. –Hemos llegado a una conclusión. Dado que la forma más rápida de obtener resultados fue por medio del Dr. Nomad, recomendamos que se haga una segunda cita. Deberán buscar el momento exacto en el que Jade comenzó su trauma. Debió presenciar algo o debieron hacerle algo muy malo. Solo esperamos que tengas mucha suerte Lelouch.

-Sr. Jeremiah, si me permite, -asintió y continué. –Fue una experiencia mala para Jade. El recordar todo eso hizo que su mente derrumbara las paredes construidas durante años en solo segundos. No me parece que sea lo más adecuado.

-Por suerte Dr. no eres tú quien da las órdenes, -dijo Urabe. Me quedé callado y asentí.

-Solo será una sesión más Lelouch, tu amiguita estará bien. Esperamos verte dentro de dos meses más con nuevos avances y con un poco de suerte Jade quedará completamente curada, -no creo que eso sea posible, pensé para mí. Una persona no puede sufrir tanto y no quedar traumada.

Salí de las oficinas de Dialnet echando pestes. No quería que C.C volviera a pasar por eso. Llegué a casa aun molesto. Olía a comida. Fui hasta la comida y C.C estaba parada junto a la mesa, la mesa tenía un mantel, dos platos de algo que se veía apetitoso, vino, dos copas. Todo se veía increíble y C.C también. Traía puesto un lindo vestido blanco azulino que le llegaba a las rodillas, no tenía tirantes, dejando ver sus hombros. Su sonrisa, sí su sonrisa era radiante. Se veía orgullosa de sí misma.

-C.C, ¿Qué es todo esto? –dije caminando despacio.

-Una comida, tú, yo y el vino. Por la audiencia, -retorció las manos nerviosamente. –He estado teniendo recuerdos repentinos, vienen y se van. La mayoría son buenos, -levantó la mirada y sonrió. Tenía lágrimas en los ojos. –La mayoría de mi madre. Al parecer yo cocinaba porque mi madre era pésima en eso, -bajó la mirada de nuevo y vi una lágrima caer. –Este era su platillo favorito. Euphe me ayudó a comprar las cosas. Espero que te guste, -me acerqué y la abracé.

-Es hermoso todo esto, no tenías por qué hacerlo. Siento mucho que estés sufriendo recuerdos repentinos, no creí que las sesiones con Schneizel pudieran hacer eso. Creí que era solo en la sesión.

-No importa, es mejor. Así respondo las dudas que tengo, -enterró su cara en mi cuello y aspiró. –Hueles tan bien, -susurró.

-Gracias.

La cena estuvo deliciosa después de eso fuimos a ver televisión un rato.

-¿Cómo te fue en la audiencia? –preguntó cuando íbamos a dormir.

-Si he de ser sincero, me fue mal. Quieren que te lleve de nuevo con Schneizel, -dije sin mirarla.

-¿T-tengo que ir? –dijo con voz temblorosa.

-Traté de hablar con los doctores, pero no me escucharon. Temo que me quiten tu caso si no obedezco.

-Está bien, solo dime cuando será para prepararme, -la miré y asentí.

-Lo siento mucho C.C, de verdad no quería que esto pasara así.

-Es parte de tu trabajo Lelouch, no es tu culpa. Tú solo me estás ayudando a sanar, -me abrazó y me dio un beso en la mejilla. –Que descanses Lelouch.

Esa noche, por primera vez desde que había venido a esta casa, C.C no tuvo pesadillas. Estuve pendiente de ella, ver si tal vez empeoraba. Pero no, no tuvo pesadillas. Eso era una buena señal. Solo quería que se mejorara para poder cumplir mi promesa y mostrarle que en el mundo hay algo más que maltrato y odio. Demostrarle lo mucho que la quería y la deseaba.

La siguiente semana volvimos al consultorio de Schneizel. Hizo de nuevo eso de dejarla en estado inconsciente y comenzó a hablarle. C.C ‘abrió una puerta de su mente’ y relató lo que veía.

-Es muy parecida a la última, pero ahora tengo 10 años y estoy cocinando. Me madre me ayuda a poner los platos. Alguien llega y mi mamá suspira. Ella no lo sabe, ella no sabe que por las noches Charles va a mi habitación, -la voz de C.C se quebró. –Charles empieza a gritar y mi madre me dice que suba. Pero en esta ocasión no la obedezco, no quiero que la golpeé a ella. Me creo fuerte. Charles le da una bofetada, -un sollozo ahogado salió de su garganta. –Me lanzo contra él y mi mamá grita. Me dice que me vaya que la deje. Él dice cosas como ‘pequeña zorrita’ o ‘perra’. Comienza a golpearme, una y otra vez. Mi labio está sangrando. Mi madre intenta defenderme pero él es más fuerte. La avienta y sigue conmigo. Me arranca… -se quedó callada y se estremeció. Quería abrazarla más que nada. –me arranca la ropa. Y sigue golpeándome, estoy casi inconsciente, empiezo a ver manchas y se empieza a volver negro todo a mi alrededor. Mi madre se levanta y ataca a Charles, trata de defenderme. Quiero decirle que me deje morir, que la quiero. Pero no puedo hablar. Mis ojos se sientes pesados. Logro mantenerme despierta. Charles toma un cuchillo y… -se tapó la boca con sus manos y negó con la cabeza. -¡Basta! –gritó moviéndose a los lados, retorciéndose. -¡Quiero salir de aquí! ¡NO! ¡Mamá!

-Basta, -dije poniéndome de pie. Schneizel me detuvo.

-Jade ,dime lo que viste, -su voz era un tono entre suave y demandante.

-No…puedo…él… ¡Él la mató! –comenzó a gritar como si tuviera mucho dolor. Los mismos guardias de la sesión pasada se acercaron y la tomaron por los brazos y las piernas. Ella se retorcía. La tomaban con mucha fuerza, podía ver que habría hematomas en su piel.

-¡Es suficiente! ¡Despiértela! Está sufriendo, -le dije Él me ignoró.

-Jade, dime lo que ves!!. Es necesario, -ella no dejó de moverse y ellos la tomaban con más fuerza.

-¡No, no quiero verlo! ¡Mi mamá! –comenzó a llorar y a retorcerse con más fuerza.

-¡Basta, ya! –dije yendo a su lado. -¡Suéltenla, la lastiman! –los miré y los guardias la soltaron. La tomé en mis brazos y ella seguía gritando. –C.C, querida. Ya, C.C. Todo está bien. Él no está aquí, nadie te volverá a lastimar, -dije en su oído. Sus jadeos sonaban como si se estuviera esforzando mucho. Su corazón estaba muy acelerado. Acaricié su cabello y ella me reconoció. Tomó mi camisa con fuerza en sus manos. Su respiración fue bajando, pero aun salía en jadeos. –C.C, amor. Vuelve a mí, -dije sobre su cabello.

-No lo hará, -dijo Schneizel. –Jade, dime lo que viste y qué pasó después, - Schneizel me miraba como si fuera su premio gordo, pero no entendí por qué.

-Él la mató y salió corriendo. Yo también salí corriendo, me perdí, no sabía dónde estaba. Alguien me recogió y me metió en un auto, después todo se vuelve negro.

-Eso es Jade, muy bien. Ahora cariño, vuelve a mí, -dijo Schneizel con voz dulce. C.C se relajó sobre mí, pero no despertó. La abracé y besé su frente. –Esto es muy interesante. No tengo que recordarle Dr. Lamperouge que las relaciones doctor-paciente están prohibidas.

-No tenemos ninguna relación anormal, ella es mi paciente, yo su doctor. Eso es todo.

-No me parece que sea así, -dijo sonriendo de forma maligna. –Si me permite decirlo, la dirección del Dialnet no aprobará su relación. Si lo descubren podrían transferirlo. Tomaré el caso si eso sucede.

-Como dije, no tengo ninguna relación con ella, -me puse de pie y me fui. Llegamos a la casa y esta vez no dudé en recostarme a su lado. La atraje hacia mí y me dormí con ella.

La última pieza del rompecabezas ya estaba ahí. Charles había matado a Marianne frente a C.C. Eso haría que cualquier persona se traume. La abracé con más fuerza y enterré mi rostro en su cabello.

-Nadie volverá a lastimarte C.C, te quiero.

Una chica de otro mundo >>Resonancia<<


Capítulo 2:

Las semanas pasaron y las sesiones fueron muy similares. C.C me contaba las ‘costumbres’ que había en su planeta. Muchas eran similares o iguales a cosas de la vida cotidiana. Como a lo que ella llamaba ‘ritual de iniciación de la infancia’ era un juego de béisbol. A lo que llamaba ‘ritual de conjunto’ era una boda. C.C creía en su propia mentira, su mente la engañaba para que creyera. La verdad es que era muy diferente a todo. Aun así seguí tratando con ella. El tema de Clovis no volvió a tocarse, se ponía alterada si lo mencionaba.

A la cuarta semana, el inicio de verano en Nueva York, C.C comenzó a sentirse mucho mejor con el ambiente. Ya no temía acercarse a mí, me trataba como si fuéramos amigos de toda la vida. Aunque las pesadillas continuaron, siempre se levantaba gritando y llorando. Era insoportable verla sufrir de esa manera. También seguía mezclando el francés con el español. No me incomodaba, sabía ambos idiomas, pero no era algo que alguien normal haría. El calor se comenzó a ser algo insoportable. Trataba de mantener la casa fresca para comodidad de ella, pero no siempre lo lograba.

-C.C, ¿quieres jugo para el desayuno? –dije mientras terminaba de preparar su omelet.

-Sí, s'il te plaît (por favor), -gritó desde su habitación. Seguí haciendo mi trabajo. Escuché pasos detrás de mí y después la respiración de ella detrás de mi oído. -¿Qué estás preparando para el desayuno aujourd'hui?(hoy)

-Omelet, -dije mirándola de reojo y sonriendo. Me devolvió la sonrisa. Se veía fresca y recién bañada. Su cabello mojado estaba al los lados de su cara. Me giré y estaba a punto de decir algo, pero el aliento se quedó en mi garganta. C.C estaba completamente desnuda frente a mí. Sonreía y se veía cómoda, nada insegura. Comencé a abrir y cerrar la boca, tratando de decir algo. Pero no pude. En lugar de eso tomé un mandil y se lo puse. –C.C, no… ¿Por qué…?... No está bien andar así, -logré decir al fin.

-Es solo que el cubre pieles es muy caluroso. Hace que salga líquido de mi piel, -dijo frunciendo el ceño y mirando el mandil que acababa de ponerle.

-Pero C.C, eso no es algo que las personas hagan. Por lo general la gente se siente incómoda mostrando toda su…piel.

-Pero hace calor, -dijo con un puchero. Sacudí la cabeza y traté de concentrarme.

-Bien, espera aquí, -corrí a mi habitación y tomé mi bata de baño. Regresé y C.C estaba parada donde la dejé. Le puse la bata y quité el mandil. –Muy bien, cuando tengas calor y la ropa te provoque más, ponte esto. No provoca tanto calor y es cómoda. ¿Te parece cómoda?

-Huele a ti, -dijo enterrando su nariz en la bata. Reí un poco.

-Sí, huele a mí porque yo la uso a veces, cuando salgo de la ducha.

-¿Puedo quedármela? –dijo con los ojos brillantes.

-Claro, puedes tomarla cuando quieras. Pero por favor, no vuelvas a aparecer sin nada de ropa, es incómodo.

-¿Soy fea? –dijo de pronto seria.

-¡No! No, al contrario. Eres muy hermosa, pero no es correcto que te vea de esa manera. ¿De acuerdo?

-Entonces esto es como un cubre pieles ligera, -dijo ignorando mi comentario, hablando para ella sola y dándose la vuelta. –Muchas gracias Lelouch.

-Por nada, -dije suspirando. Pasé la mano por mis cabellos y sacudí la cabeza. Esto es una prueba bastante difícil. Sonó mi móvil y me alteró un poco. -¿Hola?

-Hola, Lelouch. Soy Suzaku. Me dijo Euphe que tienes a una loca en tu casa. ¿Cómo te va? ¿Está suficientemente loca para dormir contigo? –soltó una carcajada y yo rodé los ojos.

-Es una paciente y no está loca Suzaku, no la llames así.

-De acuerdo, no te enojes. Iré a tu casa la próxima semana, tengo que conocerla. Euphe dice que es agradable.

-Sí, C.C también cree que ella es agradable.

-Todos aman a Euphe, ese es su defecto.

-Sí, como sea. Entonces nos veremos la próxima semana. Me saludas a Karen y a Nunnally. Le das un gran beso a Nunnally, dile que la extraño y que la veré cuando pueda.

-De acuerdo, hasta pronto Lelouch.

Colgué y gracias a eso pude dejar de pensar en lo que acababa de pasar. Seguí con lo que estaba haciendo y cuando el desayudo estuvo listo llamé a C.C. Todo sería diferente ahora, es decir, no ves a alguien desnudo y dejas de pensar en eso. Tampoco ayuda el hecho de que ella es muy hermosa. Me reprendí mentalmente, ella era mi paciente solamente y no tengo derecho a decir nada ni acercarme a ella de otra forma que no sea como doctor.

Desayunamos tranquilamente y después de eso comenzó la terapia. Fue algo común y corriente. C.C se veía más feliz cada día y su complexión había mejorado mucho. Sus pesadillas seguían ahí, pero no había nada que pudiera hacer a menos que la llenara de somníferos. Tendría que hablar con Cornelia.

Cuando terminamos hice comida. C.C se ofreció a ayudarme y lo hizo. Pensaba hacer algo de pescado frito. Le dije que después de que la sartén estuviera caliente, pusiera algo de aceite en lo que yo preparaba el pescado. Estaba empanizando y de pronto se escuchó un golpe. Me giré rápidamente y vi a C.C con los brazos extendidos y la sartén en el suelo. Me acerqué y ella me miró. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Lelouch, lo siento tanto. Le puse demasiado aceite y pensé en tirarlo pero cuando lo tomé estaba caliente, no pude evitarlo. L-lo s-siento, -dijo sollozando.

-C.C, no hay nada qué lamentar. Fue un accidente. Me alegra que estés bien, -miré sus manos y vi que estaban rojas. –Oh, te quemaste.

-¡Lo siento! –dijo tapando su rostro. No pude evitar reír un poco. La atraje hacia mí y la abracé.

-No es nada malo, -ella siguió sollozando. –Ven, pongamos algo de hielo en tu mano. ¿De acuerdo?

Asintió y la guié a otro punto de la cocina donde no estuviera la sartén. Tomé un hielo del congelador y después tomé sus manos. Estaban rojas y seguro que dejarían ampollas. Hice círculos con el hielo por su mano y sentía su mirada en mí.

-Espera aquí, voy por un ungüento para quemaduras, no toques nada más, -fui corriendo a mi botiquín de primeros auxilios y tomé el tubo y unas vendas. Regresé a la cocina y C.C estaba justo donde la había dejado. Puse algo de ungüento en sus manos y después las vendé. La miré y había una lágrima en su ojo. La limpié y sonreí.

-¿Lo ves? Todo está bien. ¿Qué te parece si no cocinamos hoy? Pediré comida china, -ella asintió. Tomé su barbilla e hice que me mirara. –Vamos C.C, di algo. Ya pasó todo.

-Gracias, -dijo medio sonriendo.

-Esa es mi chica. Ahora vamos, ve a la estancia y yo limpiaré aquí en lo que llamo a los de la comida.

Llamé y dijeron que estarían ahí en media hora. Limpié todo lo de la cocina y guardé el pescado para mañana. Cuando fui a la estancia C.C estaba sentada en el sofá. Su espalada estaba recta y su mirada distante.

-¿C.C? –dije pasando una mano frente a su cara. Parpadeó y me miró.

-¿Qué es eso? –dijo apuntando al estante lleno de películas a un lado del televisor.

-Se llaman películas. ¿Nunca viste una? –dije sorprendido.

-No, no hay eso de donde yo vengo. Y en el lugar en el que estaba nunca pusieron eso.

-¿Quieres ver una? No tengo muchas películas de chicas, Euphe me las regala. Tengo ‘Un paseo para recordar’. Pero claro que no sabes cuál es esa, -C.C solo me miraba. Puse la película y nos sentamos a verla. La había visto millones de veces. Una tras otra gracias a Nunnally. Ahora mismo sentía como si estuviera con una niña pequeña. Sus ojos estaban abiertos como platos y tenía sus piernas pegadas a su pecho. Aun traía puesta la bata que le había dado en la mañana. La comida llegó y serví los platos mientras que C.C seguía viendo la película. Tomó el plato y comió un poco. Después lo dejó en la mesa frente a nosotros y siguió viendo la película.

Yo terminé mi plato y me acomodé en el sofá, preparándome para la parte cuando le dice lo que en verdad tiene. C.C no se movía, no parpadeaba. Cuando por fin se lo dice y ella huye C.C soltó un sollozo. La miré y vi que sus ojos estaban llenos de lágrimas.

-¿E-ella va a m-morir? –dijo con voz débil. No volvió a decir nada más. Solo siguió observando hasta que terminó. El en momento en el que se acabó C.C rompió en llanto. Me acerqué y la abracé.

-Calma C.C, solo es una película.

-Pero ella murió, -dijo entre sollozos.

-Es mentira, ellos actúan. Es una novela solamente, ficción, -ella se relajó un poco. No se alejó y yo no me alejé tampoco. Su cabeza estaba debajo de mi barbilla y su cara enterrada en mi pecho. Era reconfortante tenerla en mis brazos. Sentía como si tuviera que defenderla del mundo pero sin dejar que se enfrentara a él. –Veamos una película de chicos, ¿Qué te parece? Esas no son para llorar, -asintió. Me puse de pie y puse la película de Transformers. Eso sí que era de niños. La vimos en silencio, C.C se acercó a mí y puso su cabeza en mi hombro. La abracé por la cintura y la pegué más a mí. Cuando terminó C.C estaba dormida. Apagué el televisor. La tomé en brazos y la llevé hasta su habitación.

La recosté en la cama y la tapé. Se puso en posición fetal como siempre. Comencé a caminar hacia la puerta pero escuché que C.C hablaba. Me giré y estaba comenzando a tener pesadillas. Se movía incómodamente y hacía ademanes con las manos.

-No, -comenzó diciendo por lo bajo. -¡No! ¡Déjame! Por favor, -comenzó a sollozar y gritar al mismo tiempo. -¡Mamá! –no había dicho eso en noches anteriores. Me acerqué y quité sus manos ya que se estaba lastimando, enterrando sus uñas en el pecho. La tomé en brazos y la presioné contra mi pecho con fuerza para que dejara de estremecerse. –Leluoch, -suspiró. La miré pero seguía dormida. Había dicho mi nombre en sueños. Un extraño calor invadió mi corazón.

-Calma, ya estoy aquí. Nada te pasará, -besé su frente logrando que relajara su semblante. La recosté pero sus dedos estaban aferrados a mi camisa. Intenté soltarlos pero era imposible.

-Por favor, -la miré y ahora sí estaba despierta. –Quédate conmigo esta noche.

-C.C no es correcto, -dije con pocas fuerzas. También quería quedarme y acunarla, ahuyentar sus pesadillas.

-Por favor, -me rogó de nuevo. Sus ojos llenos de lágrimas. Suspiré y me recosté a su lado. Ella de inmediato se acercó a mí y encajábamos perfectamente. Ella en mis brazos era como si hubiéramos nacido pegados. Quité la colcha de la cama, hacía calor después de todo. Puse un brazo en su cintura y la abracé. El sueño me golpeó unos minutos después.

La semana terminó y el domingo llevé a C.C al cine. Ella nunca había estado ahí. Terminaron por sacarnos de la sala después de que C.C se pusiera a gritarle al protagonista de la película. Nunca había escuchado a una mujer decir tantas palabras de ese tipo.

El lunes por la mañana recibí una llamada.

-¿Hola? –contesté cuando terminé de lavar mis dientes.

-¿Es el Dr.Lelouch? –preguntó una mujer.

-Así es, ¿Quién habla?

-Buenos días Dr. Habla Heidi de las oficinas de Dialnet.

-Ah claro.

-Hablaba para confirmar la cita que tendrá lugar dentro de dos semanas en las oficinas del hospital a las 9 de la mañana.

-Sí, ahí estaré.

-Muy bien, lo esperamos Dr. Que pase un buen día.

Colgó tan pronto terminó de hablar. Dos semanas, solamente dos semanas. De pronto me sentí inútil, C.C no había mejorado mucho. Sus pesadillas seguían ahí, su mezcla de idiomas y sobre todo la creencia de que viene de otro planeta. Y lo peor es que consideraba que empeoraba. Esta última semana había estado tan sensible a todo. Si no lloraba se enojaba o de pronto volvía a ser feliz. Era todo tan confuso. Desayunamos en silencio y C.C se veía algo deprimida.

Cuando comenzó la sesión C.C seguía sin decir nada.

-C.C, ¿te ocurre algo? –dije poniéndome a su lado. Ella negó con la cabeza y no me miró. Suspiré y volví a mi silla detrás del escritorio. -¿Qué tienes para contarme ahora? –dije tratando de animarla.

-Rien (nada) –siguió sin mirarme y me acerqué de nuevo a ella.

-C.C, sabes que puedes contarme lo que quieras. ¿No confías en mí? –dijo acariciando su brazo.

-¿Lo que sea? –dijo mirándome de pronto.

-Claro, lo que sea que tú quieras.

-Es-tu sûr ? (¿Estás seguro?) –asentí. Ella suspiró y tomó mi mano. La puso sobre uno de sus senos. Asustado la quité y me puse de pie. -¿Qué sucede? –dijo frunciendo el ceño.

-C.C, ¿Por qué hiciste eso?

-Iba a mostrarte donde me duele, -dijo con los ojos llenos de lágrimas. Oh Dios, esto es tan difícil. –Ya entiendo, soy fea, -se puso de pie y me esquivó. Escuché la puerta de su habitación cerrarse con fuerza. Golpeé el escritorio y después enterré los dedos en mi cabello. ¿Cómo darle a entender a alguien que la deseas si ella ni siquiera lo ha sentido antes? Me sentía tan frustrado. Y para mi mala suerte, Suzaku llegó en la tarde.

-¡Lelouch, hermano! –dijo mientras me daba un abrazo.

-Suzaku, -dije sin mucha emoción.

-¿Qué hay de nuevo? ¿Cómo vas con la l…chica? –lo fulminé con la mirada y él sonrió. –Lo siento.

-No importa, pasa.

Se sentó en el sofá y yo fui por dos refrescos. Le pasé uno y me quedé ahí, sin decir nada.

-¿Qué te pasa? –dijo después de un rato.

-Nada, es solo que no sé qué le pasa a C.C. Es como si todo lo que duré estudiando no valiera la pena porque no sé cómo ayudar a una persona que de verdad me importa.

-Te importa ¿huh? –rayos, Suzaku había captado esa frase. No debí decir eso. Sí, C.C me importa pero no debí haberlo dicho en voz alta.

-Sí Suzaku, me importa como una paciente.

-Escucha Leluoch, puede que sea inmaduro en ocasiones pero no significa que esté estúpido, -dijo de forma muy seria.

-Lo sé, nunca dije eso.

-Entonces no niegues que C.C te importa un grado más que como paciente.

-Está bien, lo admito. Pero no tiene nada que ver, no puedo estar con ella. Está trastornada, creo que debió sufrir abuso y quizá algo más. No lo sé, sus sueños siempre son como si alguien se estuviera aprovechando de ella.

-Euphe me contó del tal enfermero, nunca creí que fuera capaz de golpear a alguien, -suspiré y miré a los ojos a Suzaku.

-No sé cómo decirlo, pero desde el primer momento en que vi a C.C supe que ella era diferente, que me importaba sin siquiera conocerla. Y cuando supe que ese… hombre había abusado de ella, sentí una gran ola de coraje.

-Se llama destino o amor a primera vista. Apuesto a que si ella estuviera bien de salud se hubieran encontrado de una manera u otra. Puede que sea difícil ahora, pero verás que cuando logres curarla todo será mejor.

-Ese es el problema, no tengo suficiente fe en mí como para creer que podré curarla. Su mente es un laberinto en el que me estoy perdiendo más cada día, -suspiré profundamente, cerré los ojo y dejé caer la cabeza en el sillón. Escuché que Suzaku se ahogaba con su bebida.

-Ahora veo por qué la conservas, -dijo tosiendo. Levanté la cabeza y lo miré, él miraba al frente. Ahí estaba C.C de nuevo, desnuda. –Wow.

Eso me causó otra ola de enojo. Corrí y tapé a C.C con mi cuerpo. -¡Suzaku lárgate de aquí!

-Oh vamos Lelouch, soy un hombre no un monje, -gruñí y comencé a jalar a C.C hacia otro cuarto. Cuando llegamos Quité rápidamente mi playera y se la puse.

-C.C, ya habíamos hablado de esto, -la miré y ella no me miró.

-Lo siento, estaba buscando mi cubre pieles ligera. No está en mi habitación.

-Tienes razón la lavé. Voy por ella, por favor no salgas de aquí, -ella me miró y vi que tenía los ojos llorosos de nuevo. –Oh no, C.C no llores, por favor.

-Estás enfadado conmigo, -dijo sollozando. –Soy una vergüenza.

La abracé y ella se relajó un poco. –No estoy enojado contigo, solo me sorprendiste. No estoy muy acostumbrado ver a una mujer desnuda, ni siquiera a un hombre. No llores, -tomé su rostro en mis manos y limpié sus lágrimas con mis pulgares. –Voy por la bata, ahora vuelvo.

Salí de la habitación y fui al cuarto de lavado. Tomé la bata de la secadora y caminé de vuelta a la habitación. Por suerte se cambió rápido mientras yo estaba de espaldas a ella. Me pasó la playera y me la puse.

-Ya no huele a ti, -dijo cuando me giré.

-No, huele mejor. Huele a limpio.

-No, es mejor tu olor.

-Muy bien, pero ahora es tuya, no puede oler a mí. Vamos, te presentaré a un amigo.

Suzaku se llevó muy bien con C.C. Hacía bromas pero C.C no las entendía, por suerte. Pasamos la tarde platicando y Suzaku prometió traer a Nunnally algún día para que las conociera.

Al día siguiente desperté con un horrendo dolor de cabeza. Tomé dos pastillas y fui al consultorio con C.C. Comenzamos como siempre, hablando de cosas sin importancia. C.C me preguntaba sobre cosas que habíamos ‘en la tierra’. Mi humor no era muy bueno, así que traté de ser paciente.

-¿Entonces tienen a dos personas que las cuidan cuando son pequeños, -dijo C.C cuando le expliqué lo que eran los padres. -C'est intéressant (interesante)

-C.C, ¿podrías por favor dejar de mezclar los idiomas?

-No mezclo nada, así es como hablamos en mi plan…

-¡No hay ningún otro planeta C.C! Tú eres de aquí, el problema es que en tu cabeza hay algo que… -me di cuenta de lo que había dicho y me callé. La miré y ella estaba con los ojos muy abiertos y llorosos. ¡Mierda! –C.C, lo siento tanto. No quise decir eso. Yo solo…

-Quiero ir a mi habitación ahora, -se puso de pie y se marchó. Eso empeoró el dolor de cabeza.

Más tarde ese día entré en su habitación pero C.C estaba dormida. Quería disculparme, ella no tenía la culpa de nada. Si pudiera me patearía a mí mismo. Observé su silueta, no estaba tapada. Noté que el colchón tenía manchas, rojas. Al principio me asusté, pero después lo comprendí. Los cambios de humor, la sensibilidad, el dolor en el pecho. Golpeé mi frente sintiéndome estúpido. ¿Cómo no lo había notado antes. Salí de la habitación y llamé a Euphemia. Media hora después la tenía en mi puerta con bolsas y Cornelia detrás de ella. Los saludé a ambas y Euphe se fue con C.C. Cornelia y yo nos quedamos en la sala, hacía tiempo que no la veía.

-¿Qué ha sido de ti? –dije con tono cansado.

-Pues, lo mismo de siempre. ¿Qué hay de ti?

-Supongo que Euphe ya te habrá hablado del caso en el que estoy trabajando. Es tan difícil Cornelia, no sé nada de mujeres y ahora tengo que atender una que se cree de otro mundo. Es imposible. La he visto sin ropa exactamente tres veces, eso debe afectar la objetividad en el caso, ¿no crees? –para mi sorpresa ella se rió.

-Hay Lulu, solo afecta si realmente te interesas por esa paciente. Si ella te afecta. ¿Qué has averiguado? Euphe dijo que podía ser algo en su pasado.

-Sí, pero creo que solo viene a ella cuando está dormida. En las noches siempre tiene pesadillas y por lo que puedo interpretar creo que alguien abusó de ella y no solo una vez.

-Conozco a un doctor que es especialista en hacerte recordar cosas de tu pasado. Cosas que normalmente no recuerdas. Se mete en tu cabeza y abre puertas de recuerdos que no sabías que tenías. Puedes intentarlo, solo para ver si tus sospechas son correctas.

-Es una buena idea, lo intentaré.

-Aquí tienes el teléfono, -dijo dándome una tarjeta. Nos quedamos en silencio por un rato.

-¿Sabes? No entiendo cómo trataron ese asunto en el hospital. Es decir, C.C debió tener su primer periodo a los doce o trece. ¿Cómo le ha hecho estos 6 o 7 años? –dijo con el ceño fruncido.

-No tengo idea, al igual que ella. Fui tan estúpido, ella trató de explicarme que tenía dolor y yo solo la ignoré.

-No te culpes, nunca podrías saber. Eres hombre y no piensas en ese tipo de cosas. Probablemente si te decía que le dolía el estómago le hubieras dado Bismutol en lugar de ibuprofeno.

-Tienes razón.

Hablamos un poco más y después llegó Euphe. Me despedí de ellos y fui a ver a C.C. Euphe había cambiado las sábanas y puesto un cobertor más ligero. Ella estaba recostada en posición fetal pero no dormía.

-¿C.C? –ella no se giró. Me senté en su cama y la sacudí un poco. –C.C, necesito hablar contigo.

-No me gusta estar aquí, -dijo con voz débil. Eso me dolió, de verdad la había lastimado.

-Si te sientes muy incómoda puedo hablar con el hospital para que te traslade a otro lugar y te consigan otro doctor, -dije con todo el dolor de mi corazón. No quería que se fuera.

-No me refiero a tu casa, no quiero estar aquí en la tierra. Quiero irme a mi hogar, -dijo comenzando a sollozar un poco.

-Yo no quiero que te vayas de este planeta, -dije son pensar en las consecuencias. Ella se sentó y me miró.

-¿Por qué?

-Porque eres mi amiga, no quiero que te vayas. ¿Es tan malo todo esto? –le sonreí un poco.

-Me duele, no quiero que eso pase.

-C.C, ¿no habías tenido esto antes?

-Solo duraba un día. Cuando me quejaba ellos me dormían por días y no sentía nada. Pero ahora no puedo dormir por el dolor.

-Hay medicinas para eso, no tienes que quedarte dormida todo el tiempo. Eso no es bueno para tu cuerpo. Prométeme que la próxima vez que te sientas así me lo dirás, -ella asintió. –Muy bien, es hora de dormir.

Ella sonrió un poco y volvió a recostarse. Me acerqué y besé su frente. –Que descanses C.C.

Una chica de otro mundo >>Resonancia<<


Capítulo 1

Después de cuatro años de carrera, al fin había terminado la escuela de psicología. Estaba libre para poder trabajar en la institución mental que me ofrecieron hace un año. Tenían un caso especial que creían que podría solucionar.

Había una chica llamada C.C. Tenía un trastorno mental que la hacía pensar que era de otro planeta. La tenían encerrada por su seguridad. Muchos psicólogos decían que era por abuso, pero eso me tocaba a mí asegurar. No había visto a la joven, decían que tenía los ojos desorientados y decía incoherencias en un idioma diferente, que resultó ser francés. Investigando su pasado me di cuenta de que había aprendido el idioma antes de enfermarse. Por la investigación también lo aprendí.

Su historia era algo complicada. No saben qué fue lo que pasó con ella antes de encontrarla en la calle, tenía diez años entonces. En cuanto un policía la localizó, la llevó al hospital. Donde cayó en estado catatónico por dos años. Desde los doce años, cuando despertó, la han llevado y traído de instituciones mentales todos los años. Ahora tiene 19 y nadie sabe su pasado dado que ella piensa que es de otro planeta. Lo único que sabemos con seguridad es que aprendió francés.

Fui a mi casa y preparé comida. Dejé las cosas en su lugar y comencé con mi trabajo. Mañana vería por primera vez a C.C y sabía que sería difícil, pero soy paciente, puedo con esto. Llamé rápidamente a mi madre para saludar, tenía años sin verla. Fui a dormir después de haber investigado un poco más de C.C y de haber practicado el francés.

A la media noche recibí una llamada del hospital.

-Dr. Lamperouge. Disculpe que lo moleste, tuvimos un inconveniente. El hospital psiquiátrico Dialnet ha sido evacuado por una emergencia. Al parecer uno de los internos inició un incendio que se expandió.

-¿Hay heridos? –dije levantándome de la cama.

-No, doctor. Evacuaron todo pero no pudieron apagar el fuego a tiempo. Se extendió hasta dejar el edificio casi en ruinas.

-¿Entonces no obtendré el caso de C.C? –dije algo decepcionado.

-No lo creo, por ahora la Srta. no tiene donde quedarse, no podemos proporcionarle el lugar adecuado para sus sesiones.

-No importa, puedo conseguir una oficina. Disculpe que le pregunte pero ¿Dónde van a hospedar a todos los internos de Dialnet?

-Aun no lo sabemos, ningún hospital tiene lugar para tantos. Estamos intentando localizar a la familia de todos para ver si pueden hospedarlos por un tiempo, mientras arreglan en edificio.

-¿Qué harán con los que no tienen familia? –sabía por los expedientes que C.C no contaba con ningún familiar vivo.

-Todavía no hemos solucionado eso.

-C.C podría estar en mi casa. Tengo habitación de huéspedes y una oficina para las sesiones, -el hombre suspiró, sonó como si estuviera aliviado.

-Eso sería de gran ayuda Dr. Lamperouge. Puedo mandar a un enfermero que cuide de ella. Verá, a veces C.C tiene…ataques. Pero no es nada grave, con una inyección de diazepam todo queda solucionado.

-No creo que sea necesario.

-Como usted quiera. Mañana puede presentarse en las oficinas de Dialnet, ahí es donde están todos los internos por ahora. Solo presente su credencial de socio del hospital y le darán permiso en seguida.

-¿En estos momentos están todos los internos en una oficina?

-Sí doctor. Por el momento no tenemos donde dejarlos. Estamos localizando ya mismo a los familiares.

-Voy ahora mismo para allá.

Colgué el teléfono y me vestí. Salí a mi auto y conduje rápidamente hacia las oficinas. Las oficinas se encontraban separadas del edificio que se había quemado, por lo que no les sucedió nada, pero no eran adecuadas para tener a más de doscientos pacientes enfermos ahí. Llegué al lugar y me estacioné. Los trámites fueron rápidos. Estaban totalmente desesperados por conseguir hospedaje para los pacientes. Me hicieron firmar un contrato donde decía que llevaría a C.C cada dos meses para una inspección.

-Muy bien Dr. Lamperouge. Es muy amable de su parte, la jovencita no tiene donde quedarse, -dijo un enfermero mientras me guiaba a donde se encontraba la joven. Abrió una de las oficinas, había cerca de 20 personas en un pequeño cubículo. Esto sí que era de locos. Clovis, el enfermero, pasó entre el gentío. Yo me quedé a esperarlo.

-Vamos C.C, han venido por ti.

-¡No!

-No, C.C. Ellos no, ha venido un amigo a llevarte a una casa. ¿Recuerdas? El lugar done te dije que vivían los humanos. Así no podrán descubrirte. Vamos C.C.

No escuché nada más. De pronto tenía frente a mí a Clovis y a una linda jovencita. Estaba algo desaliñada pero se veía que era hermosa. Su cabello cubría su rostro y traía solamente una bata blanca. Me quité mi chaqueta y se la puse en los hombros. Ella me miró y quedé sorprendida por el color de sus ojos.

-Hace frío afuera, -le dije. –Hola, soy el Dr. Lamperouge. Puedes llamarme Lelouch, -extendí mi mano y ella no hizo nada, solo me observaba.

-No le gusta el contacto físico, -dijo Clovis. –Se altera demasiado si alguien la toca, le recomendaría que no lo hiciera, puede lastimarlo.

Fuimos al auto y noté que no se quitó mi chaqueta, de vez en cuando la olía. Clovis no la tocó ni una sola vez al igual que yo. Me dijeron que no tenía ropa pero que mandarían algo al siguiente día. Asentí y nos fuimos de ahí. A medio camino saqué mi móvil.

-¿Hola?

-Euphemia, habla Lelouch.

-¿Lelouch? ¿Acaso estás loco? ¡Son las dos de la mañana!

-Lo siento Euphe, necesito tu ayuda. ¿Puedes llevar ropa de mujer mañana a mi casa?

-Lelouch, ¿Qué demonios? ¿Para qué la quieres?

-Puedes por favor solo hacerlo, mañana que vayas te explico.

-Como sea, -colgó y suspiré. C.C no había dicho una sola palabra en todo el camino. Pasé al supermercado a comprar víveres. Yo no tenía mucho ya que no comía en casa, pero ahora que C.C estaría ahí tenía que tener comida. Tenía la impresión de que no iba a salir mucho de ahí de ahora en adelante. Cuando llegamos abrí la puerta y esperé a que ella pasara.

-Tu habitación está por aquí, -dije guiándola. La habitación estaba al lado de la mía. –Yo duermo en ésta, si necesitas algo, puedes venir y pedirlo. ¿De acuerdo? Siéntete cómoda de hacer lo que quieras- Ella siguió sin hacer nada. –Veo que no tienes nada con qué dormir, -fui a mi habitación y saqué una playera mía, larga y regresé a la habitación. –Aquí tienes, -Le extendí la playera y ella levantó los brazos. -¿No sabes vestirte? –dije algo asustado.

-Nunca me enseñaron ese ritual humano, por lo general las lindas infirmières (enfermeras) me vestían, -dijo la última palabra con énfasis. Esto iba a ser más difícil de lo que creí. Era un caballero sí, pero también un hombre. Tragué sonoramente y me acerqué. Entonces recordé que no le gustaba que la tocaran.

-Muy bien, voy a tener que tocarte. Trataré de hacer el mínimo contacto pero aun así puede que sientas mis dedos. ¿De acuerdo? –dije mirándola a los ojos. Ella asintió. Me cerqué y me puse detrás de ella. Deshice los listones de su bata de hospital y la dejé caer. Rápidamente tomé la playera y se la puse. Dios, si esto es una prueba, me la estás poniendo difícil. –Muy bien, ya está. Ahora puedes recostarte en la cama.

-No quiero dormir, ellos vendrán, -dijo girándose y mirándome. Vi en sus ojos un terror verdadero.

-No te preocupes, nadie vendrá por ti mientras yo esté aquí, -tomé su mano y me tensé. La solté de pronto y la miré, esperando que se alterara. No lo hizo. Suspiré y le dije que fuera a la cama. Deshice las colchas y se recostó. La tapé con cuidado. –Que duermas bien.

-Llámame C.C, -me miró y después se puso de lado, en posición fetal.

-Muy bien, C.C.

Me fui a mi habitación y me recosté en la cama. Esto sería una tarea pesada, pero por suerte tenía una hermana loca obsesionada con las compras, casada con un psicólogo quien resulta ser mi mejor amigo. Podría con esto. Me dormí tranquilamente pensando en cosas que tendría que hacer para ayudar a solucionar el problema de C.C. Seguro que los recuerdos de su infancia estaban escondidos en alguna parte de su cabeza, solo había que buscar.

A la mañana siguiente una Euphemia muy enojada llegó a medio día. Traía diez bolsas diferentes de ropa. Se veía que había disfrutado todo el viaje, pero estaba molesta porque la desperté. C.C aun no despertaba.

-Muy bien, dime qué es lo que pasa. ¿Para qué quieres la ropa? No me digas que te volviste homosexual y que vas a comenzar a vestirte de mujer?, es lo único que me falta. Aunque tal vez siempre lo supe, es decir, ninguna novia, nada de…

-Euphemia, -dije interrumpiéndola. –No es eso, claro que no. ¿Recuerdas que me ofrecieron un caso en el hospital Dialnet el año pasado? –ella asintió. –Bien, pues el hospital se incendió y desalojaron a todos. La paciente que iba a atender no tenía casa ni familiares así que le ofrecí hospedaje. Así será más sencillo atenderla y podré examinarla más de cerca.

-Oh, eso tiene un poco más de lógica. Entonces la chica no tiene nada de ropa, familia, amigos, accesorios, maquillaje. ¡Qué horror! ¿Dónde está?

-Durmiendo, -Euphemia tomó las compras y las llevó al cuarto de huéspedes. Yo rodé los ojos y comencé a preparar la comida. Escuché que encendían la ducha. Una hora después escuché que venían a la cocina.

-Lelouch, aquí tienes a la nueva C.C, -dijo Euphe. Me giré y vi a C.C con unos jeans y una linda blusa. Se veía tan normal, tan linda. Cuando miré su rostro noté que estaba sonrojada. –Lelouch, tengo una pregunta.

-Sí, ¿Cuál?

-¿Quién le ayudó a ponerse la playera? –dijo con los brazos como jarras y los ojos entrecerrados.

-Yo, ¿Por qué?

-¿Por qué? Porque debajo no traía nada más y si me aseguras que no eres homosexual…

-Euphe, detente. No hice nada, solo le ayudé. Ella dijo que no sabía vestirse.

-Muy bien, -se acercó y pellizcó mi mejilla. –Ese es mi hermanito.

Euphemia pasó el resto del día hablando con C.C, explicándole cosas de mujeres. Era domingo, por lo que quise darle un día antes de comenzar a tratarla. C.C actuaba de forma inocente, como una niña. Euphe la obligó a comer, pero ella argumentaba que la comida para humanos le causaba malestar.

-Mira, C.C. Si no comes, no podrás estar fuerte, -le decía mientras servía un plato de pasta.

-Pero, esto parecen cerebros humanos, no quiero comer eso, -me acerqué y la tomé por los hombros, de nuevo no reaccionó contra mí. Quizá Clovis me había mentido.

-C.C, es necesario que comas. Tu cuerpo por el momento es humano, lo que significa que necesitas de esto. Es como si fuera combustible, -ella me miró a los ojos. No estaba seguro de lo que había en ellos. Tomé el plato y puse un poco de pasta en el tenedor. Lo acerqué a sus labios y ella los abrió poco a poco, sin dejar de hacer contacto visual conmigo. Comió un poco y pareció gustarle. Después de unos minutos ella siguió comiendo sola.

Euphe se quedó satisfecha y se marchó. Esa noche volví a ayudarle, solo que esta vez sí traía algo puesto debajo. Gracias Euphe, pensé. Aun así no pude evitar notar que estaba muy delgada. Tal vez no le gustaba la comida del hospital. Deshice la cama para ella y volvió a acomodarse en forma fetal. Se veía como si quisiera protegerse de algo. Me fui a mi habitación y en esta ocasión caí como tabla sobre mi cama. Estaba agotado por la noche anterior, que no había dormido muy bien. Cuando sentí que pasaron minutos que había dormido desperté al escuchar gritos. Me senté de golpe en mi cama y aguardé a ver si no era mi imaginación.

-¡No! –escuché en la habitación de al lado. Me puse de pie para ir con C.C. -¡No, no dejes que me toque! ¡Ayuda! –gritaba una y otra vez. Sonaba asustada, muy asustada. Entré en su habitación y vi que tenía tirada la colcha y hacía ademanes de quitarse algo de encima. -¡No, por favor! ¡No de nuevo!

Me acerqué y la tomé en brazos. Ella siguió moviéndose un poco más y después se quedó quieta, sujeta con fuerza a mi playera. –Shh, ya C.C, ya, -susurré en su oído. Ella estaba llorando. Parecía que mientras dormía volvía a la parte difícil de su vida. Pero cuando despertaba, todo era diferente. Era como si sus recuerdos estuvieran reprimidos. Y tal vez así era.

-Ne me laisse pas (no me dejes) –dijo se pronto, soltando un poco mi camisa. Se puso en posición fetal, pero seguía pegada a mi pecho.

-No te voy a dejar C.C, nada malo te pasará mientras estés conmigo, -acaricié su cabello y pareció calmarse completamente. Relajó sus tensos músculos y dejó caer la cabeza en la hendidura de mi hombro. Podía sentir su aliento golpeando mi cuello. Era una respiración calmada. La volví a recostar en la cama y la tapé. La puse como si fuera un capullo, envuelta con la colcha. Volví a mi habitación, algo alterado por lo que acababa de pasar. Había pedido ayuda, había gritado, había hecho ademanes de quitarse algo o alguien de encima. Había dicho ‘no de nuevo’. Bajé rápidamente a mi estudio y lo anoté en la libreta que había comprado especialmente para este caso. Volví a dormir pero de forma más alerta, por si ella volvía a gritar.

A la mañana siguiente C.C logró vestirse por sí misma, gracias al cielo por eso. También lo puse en el cuaderno. Quizá era algo pequeño, pero se había logrado en solo un día. Desayunamos y por suerte C.C comió. Al parecer su problema sí era con la comida del hospital.

Al medio día comenzamos con la terapia. Lo primero que tenía que hacer era ganarme su confianza. Mi sala de consultas era muy monótona. Una sofá típico de los psicólogos, un escritorio, una silla reclinable detrás de éste y cuadros comunes. Euphe me odiaba por haberla hecho de esta forma, pero la verdad es que me sentía en mi entorno. C.C tomó asiento en el sillón para los pacientes y yo me senté en la silla reclinable.

-Muy bien C.C, me gustaría que me hablaras de ti. Tus gustos, tus aficiones, todo lo que consideres que es parte de ti, -me miró y asintió.

-Bueno, como sabes no soy de este planeta. Mi planeta se llama Quaoar.

-¿Quaoar? ¿Cómo el planeta descubierto en el 2003? –pregunté frunciendo el ceño.

-Sí, ese. Me mandaron en cuanto se enteraron que los habían descubierto. Querían que fundiera sus cerebros, pero no pude hacerlo. Me tomaron como rehén y me amarraron. No tenía la misma fuerza que en mi planeta.

-¿Quieres decir que en tu planeta eres fuerte?- ella asintió. Tomé algunas notas. –Muy bien, ¿Qué puedes decirme de la raza humana? ¿Qué has descubierto?

-No mucho, la mayoría de la gente me trata bien. Tú eres muy amable, las infirmières (enfermeras) también, la petite lutin (la pequeña duende) que vino ayer, Euphe, también es amable. Pero al mismo tiempo se contradicen, hay algunas personas que me obligaron a hacer cosas que no quería. O que me hicieron cosas que causaron esa sensación llamada dolor, -su cara cambió de estado. Se veía asustada. Tomó sus piernas y las pegó a su pecho. Puso su mentón sobre ellas y miró al vacío. –La mayoría de los humanos que me trataron mal fueron como tú.

-¿Cómo yo? ¿A qué te refieres?

-Ya sabes, frente plano, cabello corto, un homme (un hombre).

-Oh, creo que entiendo. C.C, dime algo. ¿Te trataron mal en el hospital? –enterró la cara en sus manos y comenzó a temblar. Su cuerpo se convulsionaba, aumentando cada vez más. Sin poder evitarlo me acerqué a ella y la abracé. Pareció relajarse un poco.

-Quiero ir a mi casa, ¿Por qué no vienen por mí? –dijo tristemente. -¿Acaso no me quieren ya? Nadie me quiere.

-No digas eso. C.C, dime quien te hizo daño. De esa manera podré evitar que se acerquen a ti.

- L'infirmier (el enfermero) Clovis, él me… tocaba de forma extraña. Siempre que no había nadie afuera. Venía a mí y me tocaba. Y también hacía que lo tocara, ahí abajo. Era algo asqueroso y siempre le rogaba que no. Pero no me hacía caso. Venía cada deux jours (dos días). Siempre era lo mismo y no podía hacer nada, -en ese momento comprendí la forma distante en la que se portaba con Clovis. Cuando había gente viendo ella sabía que no la podía obligar a hacer nada, por lo que se alteraba si la tocaba. Sabía que si alguien lo veía, la defenderían a ella. Mis manos se volvieron puños y cerré los ojos. Ese maldito canalla. ¿Cómo se atrevía a aprovecharse de una pobre joven trastornada. Tuve que suspirar varias veces antes de componerme. Ella parecía cómoda con mi contacto, no se alteraba cuando la abrazaba.

-¿Alguien más te trataba mal, C.C? Necesito que seas sincera conmigo. Quiero ayudarte, prometo que no te pasará nada. No se volverá a acercar a ti, -oh sí, yo me encargaría personalmente de que ese idiota lo pagara y muy caro.

-No quiero hablar de eso. Mi tête (cabeza) me duele.

-Muy bien, no te preocupes. ¿Qué te parece si comemos algo y te doy una pastilla para la cabeza? –ella asintió. Me puse de pie y ella también.

-Lelouch, tengo una pregunta, -dijo mirándome directamente a los ojos.

-Dime

-¿Por qué entiendes todo lo que digo? Les infirmiers (los enfermeros) se enojaban conmigo. Me decían cosas como ‘tarada’ o ‘loca’. No entendía el significado de esas palabras, pero por el tono de su voz sabía que no era nada bueno. Pero tú pareces entender todo lo que digo.

-Eso es porque tú hablas mi idioma, mezclado con el idioma de otro país. ¿Conoces Francia? –pregunté mirándola a los ojos. Creí ver pasar un destello de felicidad.

-Sí, claro. He oído algunas cosas. ¿Tú lo conoces?

-No, pero planeo ir algún día, -le dije sonriendo. Ella me devolvió la sonrisa.

-Yo quisiera ir algún día, -suspiró profundamente y bajó la mirada.

-Algún día prometo llevarte, pero solo si prometes ser una buena niña y decirme solo la verdad en todas las sesiones que tengamos.

-Sí, -volvió a mirarme, ahora con el ceño fruncido. -¿Tú me harás hacer cosas que no quiero, como Clovis?

-No, claro que no. Jamás, -dije lleno de furia al recordar lo que había dicho sobre él.

-Lo sabía. J'ai confiance en toi (Confío en ti).

-Me alegra.

Comimos pizza ese día. A C.C pareció gustarle mucho. Estaba muy feliz de que su cuerpo pareciera recuperarse poco a poco. Era muy pronto para decir que había subido de peso, apenas era el segundo día. Al tercer día, Euphe vio a ayudarme. Yo tenía unos asuntos pendientes en el hospital, con cierto enfermero.

Llegué a las oficinas, entré de inmediato. Vi que quedaban muchos menos enfermos. Al parecer la mayoría tenía familiares. Recorrí los pasillos buscando por él. Lo vi y mis manos se volvieron puños al instante. Cuando me vio sonrió. Maldito canalla, idiota, hipócrita enfermo. Sin pensarlo estampé mi puño con su quijada.

-Eso, es por aprovecharte de C.C, -volví a golpearlo. –Eso es por ser un idiota, -lo golpeé por tercera vez. –Y eso es por las otras pacientes de quienes estoy seguro también abusaste.

No me había dado cuenta de que había público. Tres enfermeras me miraban espantadas. Una de ellas fue a ayudarle a Clovis, quien seguía sin decir nada.

-Dr. Lamperouge,-dijeron detrás de mí. Me giré y ahí estaba el director general del hospital. -¿Sucede algo? ¿Tengo que recordarle que está rodeado de personas enfermas y que se alteran fácilmente?

-Lo único que quiero es que quiten a este intento fallido de hombre de este hospital. Que se haga público el hecho de que abusa de las pacientes. C.C es una prueba factible de ello. Si gusta puedo enseñarle la grabación. O tal vez será mejor que se la enseñe a la policía.

-No será necesario. Creo en su palabra. El Sr. se irá de inmediato.

Él me miró con odio y yo lo amenacé con la mirada. Preparó sus cosas y se marchó.

-Te arrepentirás, -dijo antes de marcharse.

-Tú te arrepentirás de haber nacido si vuelves a ponerle un dedo encima a C.C o a cualquier mujer.

Con eso se fue y yo regresé a mi hogar.

Capitulo 04: Razones...



El domingo paso sin nada de relevante interés, solo escuchar los gritos de Murrue, mi padre enfrascado en sus asuntos, y yo sola en mi habitación, permanecí recostada en mi cama dejando que la luz que penetraba por la ventana me diera directo en el rostro.

-Srta. La comida está servida

-No tengo hambre, además me duele la cabeza

-Quiere que le traiga la comida

-No, solo quiero dormir, necesito descansar

-Vendré mas tarde por si desea algo

-¡Gracias Ruth!

Nunca había dormido tanto, aunque debió de ser por el hecho de lo que estaba soñando, me encontraba corriendo libremente por Central Park una sonrisa iluminaba mi rostro, unas manos tomaron mi cintura haciéndome detenerme, sus labios rozaron mi nuca

-Cagalli, neces…, que se supone que haces?

-Durmiendo

- A las 5 de la tarde, y pretendes que no piense que eres una inservible

-Me duele la cabeza

-Mas vale que estés lista en 20 min, me escuchaste en 20 min

Me bañe y cambie unos jeans, una blusa de manga larga un saco y unas botas altas, baje hasta encontrarme con mis padres, inmediatamente subimos a la camioneta de Uzumi.

-A donde vamos?

-Al club, Betty organizo una cena, solo con las más importantes familias

-Ya entiendo!!

-Espero que te comportes y muestres tu mejor sonrisa, porque siempre traes una cara como si estuvieras en un funeral

Qué decir de esa reunión, era como todas las reuniones de Murrue, solo estaban las familias más importantes de la cuidad, y de lo único de lo que hablaban era de sus nuevas adquisiciones, de donde sería el nuevo destino de vacaciones, sus nuevas propiedades y que lugares eran los mejores en estos momentos para frecuentar, una completa pérdida de tiempo, mis amigos estaban en la misma situación, pero en esta ocasión no podíamos hablar ni hacer nada, éramos sus rehenes.

Una semana había pasado desde el incidente de la “pastilla”, el lunes pasado aunque quería negármelo a mí misma estaba nerviosa por si los chicos me llamaban, pero por obvias razones no lo hicieron y yo estaba completamente agradecida.

Era miércoles por la mañana, me encontraba terminando de arreglarme, como ya lo había hecho habitual lleve una falda recta y muy ajustada un poco más arriba de la rodilla, una blusa a juego, una gargantilla y aretes, zapatillas altas el pelo recogido en una coleta y estaba lista.

-Buenos días Murrue!!

-Me alegro de que ahora si te vistas como una ejecutiva y no parezcas una secretaria mas

-Y Uzumi?

-En su estudio donde mas...

-Buenos días!!- nos saludo y se sentó a la cabecera de la mesa con su periódico abierto

-No planeas comer eso?- señalo los Hot cake que tenía delante

-Que tiene de malo?!

-Que tiene de malo?, es harina, carbohidratos, y no es por nada pero te has descuidado

-Podrían algún día estar sin discutir...

-Hablo en serio Cagalli, deberías de comer algo más saludable

-Por favor mamá...

-Haz lo que quieras, pero después no digas que no te lo advertí- aparte el plato de Hot Cake y me limite a tomar solo el vaso de jugo

-A dónde vas?

-A terminar de arreglarme, no tardo- en minutos ya estaba junto a mi padre en el auto

Cuando era pequeña y mi padre era diferente, siempre soñé con un día trabajar junto con él, era mi ejemplo a seguir, pero después el trabajo lo cambio, en estos momentos deseaba haber elegido otra carrera, que me mantuviera lejos de ellos, ya que nunca lograba complacerlo, siempre buscaba algún error en mis negociaciones para poder echármelo en cara y hacerme quedar mal delante de los demás empleados.

-Revisaste el periódico esta mañana?

-Hubo una baja en la bolsa...

-Me alegra de que estés al tanto

-Es mi trabajo, y si quieres mi opinión creo que deberíamos de aprovechar y hacernos de algunas acciones de Lancre, el no está en su mejor momento

-Me alegro que utilices tu cerebro de vez en cuando

-Siempre lo hago...- murmure

-Que dijiste?

-Nada Uzumi

-Ya llegamos, baja ahora, no quiero estar todo el día aquí, yo si tengo cosas importantes que hacer

-Lo siento...

-Cagalli, podrías cambiar tu actitud, me da la impresión que no te gusta estar aquí

-Me gusta lo que hago- caminamos entre los empleados, y subimos al elevador

-Uzumi- levante mi rostro y me encontré con el nuevo socio y Kira

-Uzumi, Cagalli cierto?- dijo refiriéndose a mi

-Veo que has traído a Kira, es un placer que te unas a nuestro equipo

-Quiere aprender un poco al respecto

-Nunca es tarde

-Fue un gusto saludarlos!!- baje en mi piso

-Buenos días Cagalli!!

-Hola Megan, que tenemos hoy?

-Revisión de los reportes del departamento de contabilidad, tu cita con el estilista y Yzak te ha llamado dos veces

-Será un día largo, a qué hora es mi cita con el estilista?

-A las 6

-Dile a Peter que lo necesito listo a las 5:30

-Se lo diré

-Comunícame con Izak!!

-En seguida

-Quieres un café o té?

-Solo un vaso de agua

-En seguida!

Apenas llegue a mi silla, cuando la llamada estaba lista

-Izak

-Cagalli, porque demonios te fuiste así el sábado?

-Nada importante...

-Pensé que nos divertiríamos un poco esa noche

-Hubo un cambio de planes

-Ocupada?

-Si

-Aun siguen en la ciudad

-Si, tienen algo preparado para hoy

-Aun no

-Si hay algo me avisan

-Entendido

-Tengo trabajo

-Que te diviertas, yo voy directo al club

-Adiós

Revise que los números cuadraban, esto era aburrido, todos disfrutaban de sus vacaciones en Hawái, Hamptons, Bahamas y yo frente a un escritorio en el décimo piso del edificio Athha, gire m silla hacia la ventana al menos podía ver el bullicio y el trafico, eso sí que era emocionante

-Srta. Athha

-Que sucede Megan

-La buscan

-Quien?

-Kira Yamato- me gire y lo vi de pie junto a mi secretaria

-Está bien Megan, pasa...

-No pareces muy feliz de verme aquí...

-Debería de estarlo?

-Me dieron una oficina provisional en este piso

-Felicidades!!

-Y tu padre dijo que tú me ayudarías, para ubicar todo aquí

-Toma

-Es un mapa?

-Si, lo hice para mi, creo que ahora te será de utilidad

-Gracias!!

-Algo mas en lo que te pueda ayudar?

-Tanto te molesta tenerme aquí?

-Tu estas aquí por simple placer, pero yo porque es mi obligación y tengo trabajo que hacer, tengo que revisar esto antes de las 2- le mostré los papeles que tenia sobre mi escritorio

-Te dejo, nos vemos...

-Adiós!

-Cagalli, tu padre quiere subas de inmediato

-Gracias!

-Pasa Cagalli- en la oficina ya estaba Kira y su padre

-Que sucede Uzumi

-Había olvidado una junta con los nuevos inversionistas italianos

-Y que quieres haga Uzumi?

-El asunto es que es a la misma hora que con nuestros nuevos clientes los de la compañía Stamford de Boston

-Quieres que me encargue de uno

-Exacto, atiende a los nuevos clientes, convénselos de cerrar el trato de firmar con nosotros

-Uzumi, estás seguro?

-Claro, anda llegaran en un par de minutos, y Kira sería bueno que fueras te dará una idea, de lo que hacemos aquí

Salimos de la oficina y nos dirigimos al salón de juntas, una chica delgada de pelo rubio ya nos esperaba con un cuaderno en la mano, parecía sumamente nerviosa

-Emma

-Gracias a dios que es usted Srta. Athha

-Emma, cuantas veces debo de decirte que me llames Cagalli

-Lo siento Cagalli

-Emma el es Kira Yamato, el hijo del nuevo socio de papá

-Un placer joven Yamato

-Kira ella es Emma la asistente de Uzumi

-Solo Kira...

-Que tenemos Emma?

-Son el dolor de cabeza de tu padre

-No es verdad, el Sr. Robinson

-Si es él

-Diablos- comencé a hiperventilar

-Estas bien?

-Es una maldita prueba...

-Que dices?

-Dame todos los datos, tengo que hacer que cierren el contrato- me detuve unos minutos en lo que daba un vistazo rápido a los datos que debía de tratar

-Sabes que tu padre lo ha intentado todo

-Mi padre aun quiere hacerme quedar mal

-Vamos no hay trato que se te resista

-Creo que podemos estar frente al primero- respire profundamente antes de entrar a la sala- Señores, buenos tardes

-Y el Sr. Athha?

-Tuvo un pequeño problema, pero me ha mandado en su representación, permítame presentarme soy Cagalli Yula Athha y mi compañero Kira Yamato

-La hija de Uzumi

-Exacto- tome asiento en la cabecera de la mesa, al principio me sentí un poco incomoda sabiendo que esta era una prueba, pero no era otra cosa que un trato más, sabia como manejar esto y salir ganando, me toco hacer un pequeño sacrificio pero lo había logrado.

-Ha sido todo un placer hacer negocios con usted Srta. Athha

-No se arrepentirán

-Felicidades lo lograste!!!

-Gracias Emma!!

-Eres buena en tu trabajo...

-Hago lo mejor que puedo...

-Los chicos vendrán quieren que comamos juntos, porque no nos acompañas?

-Te lo agradezco, pero aun tengo trabajo que hacer y tiene que estar listo hoy

-Entonces será en otra ocasión

-Si- me fui junto con Emma, baje en mi piso donde ya me esperaba Megan con mi saco y mi bolso

-Emma dijo que lograste cerrar el trato así que espero que puedas acompañarnos a comer

-Se quieren arriesgar a que Uzumi se entere

-El se ha marchado a tu casa

-Entonces creo que no hay problema, quien mas ira?

-Emma, Samantha, Ashley y yo

-Vamos!!!

Comimos en una restaurant que estaba cerca de la empresa, pero por un lugar donde Uzumi jamás pasaría ya que decía que era un área para gente de otro nivel, comí una ensalada alegando que había desayunado bastante bien.

-Gracias chicas, pero aquí es donde nos separamos, no podemos arriesgarnos a que Uzumi vea que llegamos juntas

-No te preocupes, espero que se repita pronto

-Claro Ashley- ellas tomaron el primer ascensor y yo uno después, no sería bueno que nos encontraran a todas juntas, apenas se abrió la puerta y vi a mi padre que salía mi oficina y su semblante me dijo que no era nada bueno, se acerco hacia mí a mitad del pasillo, impidiéndome el paso, tome una bocanada de aire antes de hablar

-Hola Uzumi, viste el contrato que cerré

-De eso quiero hablar contigo!!!

-Que sucede, esta algo mal?

-Que si esta algo mal?, eres tonta o que Cagalli- su voz se había hecho más fuerte podría apostar que todo aquel que estuviera a 10 metros lo escucharía

-Todo está en orden?

-No puedes hacer nada bien, a tu edad yo podía cerrar tratos mucho más importantes que estos, y tú no eres buena para eso ni para nada, que es lo que tienes en la cabeza

-Pero el trato está cerrado, ambos salimos beneficiados

-Beneficiados, nosotros perdimos en 3%

-Uzumi, es solo 3%, que si sabemos manejar sus cuentas en un par de meses podemos subir en triple y ellos aceptaran gustosos

-Y mientras tanto quien me dará ese 3%- me dio la espalda y se dirigió hacia mi oficina

-Vamos papá!!!

-Como me llamaste?- se detuvo en seco y su enojo se incremento

-Lo siento...

-Cuantas veces debo de decirte que en la empresa no soy tu padre, soy Uzumi- me había tomado del brazo, ejerciendo más presión de la necesaria, sobre su hombro vi el rostro de Megan quien parecía asustada.

-Me estas lastimando!!!

-Sigues siendo la misma niñita, debes de crecer Cagalli

-Soy de los mejores elementos con los que cuenta esta empresa

-De los mejores- se burlo- si sigues aquí es solo porque eres mi hija, porque no eres buena en nada, eres inútil

-Sr. Athha su cliente de las 4 lo espera en su oficina

-Seguiremos en casa!!- se fue dejándome a mitad del pasillo, apreté los puños, la rabia me invadía, me apreté la tabique y respire pausadamente no Cagalli, no muestres que el gano, tú no eres débil

-Srta. Athha?

-Dame un minuto por favor...-levante mi mano sin mirar a Emma sabía que era ella, mi padre debía de enviarla.

-Estas bien?

-Que sucede Emma?- me gire intentando aparentar que nada sucedía

-Tu padre quiere que arregles el contrato

-Que??!- grite sin poder evitarlo

-Yo solo te doy su mensaje

-Y que quiere que haga que tome el teléfono y que diga, Sr. Robinson, siento llamarlo ahora pero vera hubo un pequeño error y resulta que mi padre no esta conforme con nuestro arreglo y quiere que firme uno por la cantidad que había pedido en un principio, así que podría regresar y firmar de nuevo-fingí con mi teléfono en la oreja

-Sé que es absurdo!

-No lo haré, cerré un trato con un % y lo voy a respetar

-Cagalli eso te traerá problemas...

-Que puede ser peor, que me eche de mi empresa

-Se que no te echara, pero ya sabes cómo es tu padre...

-Hay una enorme diferencia Emma

-No entiendo?

-Conozco de lo que es capaz Uzumi, pero no conozco a mi padre

-No hables así

-Dile que el contrato sigue en pie, estaré en mi oficina por si quiere ir a arreglar el “problema”

-No lo hagas Cagalli, intenta negociar nuevamente

-El siempre me ha dicho que debo de respetar los contratos ya firmados, si cometí un error debo de afrontarlo y ahora planea que solo porque a él le dio la gana deshaga uno, uno que él no fue capaz de cerrar y que yo logre

-Cagalli

-No Emma, dile eso a mi padre- la vi marcharse aun negando

Entre a mi oficina, lance mi bolso sobre el sillón, me había gritado a mitad de un pasillo, diciéndome que era inútil y que por lo único que estaba en la empresa era porque era su hija, no porque fuera eficiente, y ahora que debía de hacer para demostrarle que si era eficiente

Athrun POV

Cuando la vi marcharse en el taxi, no pude moverme del lugar, tenía un carácter fuerte, pero el pequeño contacto que había tenido dentro del local cuando vi sus hermosos ojos dorados me mostraron a una chica fría, no pude descifrar algún sentimiento en esa mirada, es mas podía decir que helaba la piel de cualquiera.

-Vamos Athrun, debemos ir a casa

-Alguien me puede explicar que fue lo que sucedió?, nos sacaron por esa, y ella se marcho en un taxi

-Ella tiene problemas y unos muy grandes...

-De que hablas Kira?

-No estoy completamente seguro y hasta no estarlo no diré nada

-Son sus problemas, no deberíamos involucrarnos

-A mi no me parece que debamos de dejarla

-Y no lo haremos, pero dejémosla un tiempo sola, con lo que paso esta noche estará bien

Una semana había pasado y no teníamos noticias de ella, no la habíamos visto en ningún sitio, y eso me mantenía un poco ansioso, se que la cavaba de conocer, pero el ver lo frágil que era me hacia querer protegerla se que ella parecía ser fría y autosuficiente pero la verdad es que era una chica frágil y con grandes problemas, de que otra manera podía estar involucrándose en esta clase de asuntos.

Era miércoles y por insistencia de la princesa que tenia por hermana, fuimos todos a comer cerca de la empresa Athha, era un edificio bastante alto y de estructura llamativa, Kira llego al restaurant donde ya lo esperábamos, se disculpo por la demora, pero nos explico que se debía a que había asistido a una junta de negocios donde Cagalli, había logrado de manera extraordinaria manejar a los nuevos clientes

-Se los juro, es extraordinaria, yo no podría enfrentarme a hombres como esos

-Eso lo dices, porque jamás habías asistido a una junta de ese tipo

-Es en serio Luna, es muy buena en su trabajo, maneja las situaciones con una maestría y delicadeza que da miedo

-Con solo verla da un poco de miedo, pero es débil

-Físicamente puede que lo sea pero no debes de subestimarla Shinn

-Y porque no la invitaste a comer?

-Que dices Lacus?, para que queremos a esa chica entre nosotros?

-No hables así Luna!!

-No los entiendo, ella los trato bastante mal la última vez que la vimos

-Ella tenía sus razones

-No puedo creer que aun le defiendas Athrun... ella te pego

-Se sentía amenazada

-Si, Luna es una maniobra que utiliza para defenderse, se sintió amenazada porque fue descubierta, ella lo único que quiere hacer es que nadie penetre su barrera auto impuesta

-Estaría encantada de romper esa maldita barrera

-Te dieron una oficina?- intervino Lacus, desviando la conversación hacia un tema más secundario

-Si

-Podemos conocerla

-Claro!!

Después de la comida fuimos hasta la nueva oficina de Kira, que se encontraba en el décimo piso, era amplia justo a cada lado de puerta había dos enormes cristales que permitían la vista al pasillo, pero del pasillo no se veía hacia adentro, estaba decorada de manera sobria tenía dos enormes sillones, un par de sillas muy cómodas y un enorme escritorio, una computadora de pantalla plana de las mas nuevas que había en el mercado

-Le hace falta unos ajustes

-Sabía que dirías eso

-Recuerda que es de Kira, no tiene porque verse como si fuera de niña

-No seas pesado Shinn!!

-él es el padre de Cagalli- me gire para ver hacia donde señalaba Luna, ese hombre daba un poco de miedo

-Ellas son las secretarias, la morena es Megan la secretaria de Cagalli y la pelirroja es mía

-Debes de tener cuidado Lacus!

-Yo confió plenamente en Kira- la voz de mi hermana pasó a segundo plano al escuchar la voz de Cagalli, me gire hacia los cristales y la vi detenerse, mientras su padre llegaba frente a ella, pero porque lo llamaba Uzumi y no papá.

-Hola Uzumi, viste el contrato que cerré?

-De eso quiero hablar contigo

-Que sucede, esta algo mal?

-Que si esta algo mal, eres tonta o que Cagalli- su voz se hizo bastante fuerte haciendo que todos nos calláramos y pusiéramos atención en la discusión que se llevaba acabo de esta oficina

-Todo está en orden?

-No puedes hacer nada bien, a tu edad yo podía cerrar tratos mucho más importantes que estos, y tú no eres buena para eso ni para nada, que es lo que tienes en la cabeza

-Pero el trato está cerrado, ambos salimos beneficiados

-Beneficiados?, nosotros perdimos en 3%

-Uzumi, es solo 3%, que si sabemos manejar sus cuentas en un par de meses podemos subir en triple y ellos aceptaran gustosos

-Y mientras tanto quien me dará ese 3%- el hombre le dio la espalda

-Vamos papá!!

-Como me llamaste?- se detuvo y regreso hasta donde había estado

-Lo siento...

-Cuantas veces debo de decirte que en la empresa no soy tu padre, soy Uzumi- la tomo bruscamente del brazo y por el gesto de su rostro ejercía más presión de la necesaria

-Me estas lastimando...

-Sigues siendo la misma niñita, debes de crecer Cagalli!!

-Soy de los mejores elementos con los que cuenta esta empresa

-De los mejores, si sigues aquí es solo porque eres mi hija, porque no eres buena en nada, eres inútil- se había burlado de ella y además la había llamado inútil, después de lo que había dicho Kira, de la manera en que había manejado a los nuevos clientes

-Sr. Athha su cliente de las 4 lo espera en su oficina- una mujer había llegado salvando a la chica

-Seguiremos en casa- se fue dejándola a mitad del pasillo, la vi apretar los puños y mantener su vista fija en el suelo, luego apretó el tabique de su nariz mientras su respiración aun se notaba algo agitada. Una mujer llego detrás de ella, solo la vi levantar la mano mientras se controlaba y unos segundos después se giro hacia la mujer tranquilamente como si nada hubiera pasado.

-Que??- la escuche gritar y la mujer que tenía delante solo se encogió de hombros, por lo que escuche que dijo, seguía siendo por la discusión de hace unos minutos.

-Se que es absurdo

-No lo haré, cerré un trato con un % y lo voy a respetar- dijo de manera firme

-Cagalli, eso te traerá problemas

-Que puede ser peor, que me eche de mi empresa

-Se que no te echara, pero ya sabes cómo es tu padre

-Hay una enorme diferencia Emma

-No entiendo?

-Conozco de lo que es capaz Uzumi, pero no conozco a mi padre- su voz sonaba entre enojada y desilusionada

-No hables así

-Dile que el contrato sigue en pie, estaré en mi oficina por si quiere ir a arreglar el “problema”

-No lo hagas Cagalli, intenta negociar nuevamente

-El siempre me ha dicho que debo de respetar los contratos ya firmados, si cometí un error debo de afrontarlo y ahora planea que solo porque a él le dio la gana deshaga uno, uno que él no fue capaz de cerrar y que yo logre

-Cagalli

-No Emma, dile eso a mi padre- no entendía como se mantenía tan tranquila después de lo que acababa de ocurrir, la vimos caminar hasta perderse de vista y supuse que estaría en su oficina.

-Dios dices que ese es su padre?

-Lo es Lacus- la voz de Luna sonó igual de horrorizada que de la de Lacus

-La trato muy mal

-como si fuera una basura- lo último lo había dicho en un susurro

-Creo que ahora sabemos un poco el porqué de su actitud

-Ves Luna?, juzgaste muy mal a esa chica

-Ni lo menciones, no sé qué haría estando en su lugar

-Joven Kira Yamato?- todos nos giramos hacia la puerta donde estaba una mujer de unos 70 años con una carpeta en sus manos

-si, soy yo

-Mi nombre es Abigail, y el Sr. Athha me ha enviado para ver que todo esté bien

-Trabaja aquí?

-Por supuesto, yo estuve aquí cuando la empresa estaba iniciando, y gracias a Cagalli es que aun sigo aquí, me aburro bastante en mi casa, así que solo vengo un rato cada tercer día

-Conoce a Cagalli Yula Athha?!

-Como no conocer a esa hermosa Jovencita- el brillo en los ojos de la mujer era de orgullo

-Abi, podemos llamarte así?- pregunto cortésmente mi hermana

-Claro!

-Podrías hablarnos de Cagalli, es que ella es algo cerrada y nos gustaría conocerla un poco más y creo que tú nos podrías ayudar a entenderla

-Pobre de mi niña, le haría bien tener verdaderos amigos y ustedes parecen ser bueno chicos, así que encantada de ayudarles, que quieren saber- se sentó en uno de los sillones y nosotros delante de ella.

Continuara...